el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 11 de diciembre de 2016

LA NOCHE DEL DOMINGO

Ya estoy, ya estoy, ya estoy…
El otro día terminé con el Vol.1 de Wonder Woman de George Pérez y ya arranco con el Vol.2… que me gustó un poco menos. Pasada la novedad, hay que convertir esas maravillosas ideas que sirven para relanzar a un personaje que agonizaba en ideas para bancar una serie mensual a largo plazo. Pérez lo logra, pero sin ese ritmo demoledor de los primeros episodios. El maestro le pone todo al desarrollo de personajes y al dibujo. Y Len Wein se encarga de que los diálogos y los bloques de texto estén a la altura.
En todo caso, lo que se desluce un poco son las tramas en sí: la pelea con Cheetah es casi intrascendente y la saga de “Challenge of the Gods” (que da nombre al tomo) se ve manchada por el crossover forzado con Millennium y termina por darle más chapa a Heracles (que hasta acá tenía todo para ser un gran villano) que a la propia Diana. No me acuerdo si Pérez volverá a veletear y Heracles volverá a hacer de las suyas, pero no me convenció la forma en la que (por ahora) lo redime. Me quedo con el gran trabajo en los personajes secundarios, las inolvidables escenas costumbristas o intimistas en las que no está en juego el destino del mundo pero Pérez y Wein igual tiran magia, tanto cuando hacen interactuar a gente común como cuando se meten con los dioses griegos. Ya arranqué con el Vol.3, así que prometo reseñarlo pronto.
Si algún día te levantás con ganas de leer un comic que te haga sentir para el orto, que cada dos páginas te obligue a decir “No puede ser, qué horror, qué injusticia, qué hijos de puta”, te recomiendo 36-39: Malos Tiempos, del maestro madrileño Carlos Giménez. Son cuatro tomos (tengo sólo los dos primeros pero acepto donaciones) que ofrecen una seguidilla de breves historietas en blanco y negro, todas ambientadas la Guerra Civil Española. El Vol.1 arranca desde el principio, desde el estallido mismo del conflicto en 1936, y nos invita a conocer a un vasto elenco de personajes que volverán a aparecer cada vez que Giménez vuelva a enfocarse en la región que cada uno habita. Es decir que algunos se cruzan normalmente entre sí, y otros no (o todavía no).
Si bien Giménez no se limita a dibujar historias que sucedieron en el mundo real, hay una reconstrucción cuidadísima de la época, que le añade verosimilitud a las desgarradoras situaciones por las que atraviesan los personajes. Como siempre que leemos a Giménez, la duda se evapora en poquísimas viñetas: enseguida el maestro nos convence de que esto que nos está contando es LA REALIDAD. Y en este caso una realidad cruenta, atroz, en la que la esperanza se va esfumando página a página. No es fácil leer 36-39: Malos Tiempos, pero obviamente es enriquecedor, como testimonio de un hecho histórico, y como enésima muestra del apabullante talento de uno de los historietistas más completos de todos los tiempos. En cualquier momento me cicatrizan las heridas que me dejó en el alma este libro y le entro al Vol.2.
Me voy a Uruguay en busca de historieta uruguaya, y me vuelvo con… autores argentinos editados en el país hermano. Infestado es una antología con cinco historias autonclusivas, todas escritas con Cristian Blasco y dibujadas por Pablo Burman, autores argentos a los que nunca había oído nombrar. Blasco firma dos guiones excelentes: Henry y uno sin título, que cierra el libro. Ninguno parte de una premisa original, pero aún así, los dos te atrapan, te sorprenden y te emocionan con su fuerza y su intensidad. De los otros tres, uno (el homenaje a Jodorowsky y Moebius que tampoco tiene título) se la banca muy decorosamente, y los otros dos no me llegaron a convencer pero tampoco son una garcha sin ideas. La verdad es que, para ser relatos tan breves (ninguno llega a las 14 páginas), están todos bastante bien.
El dibujo de Pablo Burman me retrotrajo a mediados de los ´80, cuando los muchachos de aquella primera “primavera de los fanzines” descubrieron al Moebius y al Enki Bilal de principios de los ´70, cuando eran dos bestias desaforadas que te destruían las retinas a base de cross-hatchings enfermizos y ponían “de moda” uan estética barroca, recontra-sobrecargada, con un cierto aire de decadencia, de putrefacción, que les venía bárbaro sobre todo cuando se metían con el universo narrativo de H.P. Lovecraft y cosas así. Burman es una de esas bestias, dueño de un trazo complejísimo, ideal para el barroco y el exceso de rayitas. En general, es un estilo peligroso, que muchas veces conspira contra la comprensión de lo que uno está leyendo y contra el flujo de la vista de una viñeta a otra, que es la esencia misma de este lenguaje al que llamamos Historieta. Burman logra ese improbable equlibrio entre impacto visual y solidez narrativa en las dos últimas historietas del tomo: Paul is Dead (que es la más fea de ver, porque mezcla su técnica con la del claroscuro y el resultado no funciona) y en la de los zombies, que es realmente impecable. Si más adelante logra dibujar una historieta extensa en el nivel de este último unitario, Pablo Burman se va a instalar rápidamente entre los dibujantes argentinos a seguir muy de cerca.
Volvemos pronto con más reseñas.

2 comentarios:

Quemero dijo...

La Guonder de Pérez es increíble, si bien tiene un ritmo lento, logra reintroducir de a poco muchos de los conceptos clásicos. La vinculación con los Dioses y esa Diana bien bien arquetipica en su heroismo pero a la vez ingenua del mundo del hombre y de las mujeres; esos números que ya van a ir llegando, que son reflexiones o introspecciones sobre el mundo y el rol de las mujeres, son los que resignifican y valoran a toda la serie, los que hacen que le puedas recomendar esta serie a cualquier chico y, sobretodo, chica adolescente para engancharlo con el mundo de los comics, para decir: "esto tiene machaca, pero también realza, da preponderancia y se permite reflecciones sobre lo que les pasa a las mujeres".
Para mí, Wonder Woman es el volumen de Perez del 1-50, donde ese N° 50 es el cierre perfecto, un "vivieron felices y sin retcons para siempre".

Andrés Accorsi dijo...

Uh, pero para llegar hasta el nº50 hay que fumarse cada bodrio... todos esos números dibujados por Chris Marrinan, más asquerosos que comerse un feto abortado envuelto en la camiseta de Independiente... No sé, a mí en su momento me costó muchísimo llegar hasta ahí, creo que terminé por saltearme más de un arco argumental.