el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 29 de noviembre de 2016

CERRAMOS UN MES MOVIDITO

Terminé la novela que me tenía atrapado y volví a leer comics, con la tibia esperanza de llegar al 31 de Diciembre con poco material del que compré en 2015 en la pila de los pendientes. La verdad es que es casi una quimera, porque en 2015 me fui a la mierda mal con la cantidad de material que acovaché, pero bueno… por lo menos estoy tratando de priorizar las publicaciones nacionales, a ver si logro llegar a fin de año leyendo las “novedades” editadas en el país con menos de seis meses de retraso.
De todos modos arranco con una obra de 2004, de autores europeos. La Venganza del Conde Skarbek es una historia dividida en dos tomos, a cargo del guionista belga Yves Sente y el dibujante polaco Grzegorz Rosinski, dos gigantes del comic franco-belga.
El Vol.1 empieza como un clon de El Conde de Montecristo. Un tipo al que lo cagaron feo regresa a París a vengarse de sus enemigos, que lo creyeron muerto, ahora bajo otra identidad y con otros rasgos faciales, como para que no lo reconozcan antes de tiempo. Por suerte, antes de la página 25 la historia pega un giro y se terminan los ecos de Montecristo. Yves Sente urde una trama vinculada al mundo de las artes plásticas, ambientada en la época (1843) en la que estas empiezan a mover cada vez más guita y los avechuchos más ambiciosos empiezan a revolotear por una escena hasta entonces dominada por los encargos que los nobles le hacían a los pintores. Lo más notable es, por un lado la construcción del personaje protagónico, y por el otro, el hecho de que Sente estructura toda la historia en base a un juicio oral y público, algo bastante frecuente en la ficción yanki (donde el “courtroom drama” es casi un género en sí mismo) pero poco usual en la historieta europea.
Por el lado del dibujo, Rosinski sube la apuesta y en vez de dibujar en el clásico estilo de Thorgal, se deja poseer por la magia de los pintores de aquella época y dibuja paisajes que parecen de Edouard Manet y batallas que parecen de Eugene Delacroix y escenas en calles que parecen cuadros de Jean Beraud. Por supuesto que el polaco la rompe en cualquier estilo que encare. Acá además compensa algunas páginas en las que la gran cantidad de texto eclipsa un poco su trabajo con un par de secuencias mudas gloriosas y con otra vertiente que no le vemos habitualmente en otros trabajos, que es el toque levemente erótico. En La Venganza del Conde Skarbek está la posibilidad de lucirse dibujando un cuerpo muy hermoso que aparece muy desnudo, más un par de garches de insoslayable intensidad, y Rosinski no la desprovecha en lo más mínimo. Tengo el Vol.2 y prometo entrarle pronto.
Pero antes… ¿lo tenías a Chanti haciendo historieta humorística para grandes? Con tantos años de Mayor y Menor, Facu y Café con Leche y demás hitos de la historieta infantil, el mendocino había quedado más o menos encasillado en eso. Sin embargo, con Payunia City, Chanti demuestra que sin cambiar ni un ápice su estética, puede hacer reir también a los grandes.
Lo único que no me convence es la bajada de línea política de Chanti, que se podría sintetizar como “todos los políticos son garcas y votes a quien votes te van a cagar”. Quizás haya algo de cierto en la afirmación, pero no es el mensaje que (me parece a mí) sirve transmitir desde un medio de comunicación apuntado a gente que supuestamente piensa. El resto me resultó muy entretenido. Chanti apunta sus dardos a distintos aspectos de la vida adulta: el trabajo, las vacaciones, las colas, los padres ancianos, las relaciones amorosas, afectivas y de “transa”, los micros de larga distancia, el gym, el supermercado, los casamientos, la seducción, la hipocresía… todo un universo de temas vinculados al mundo de los grandes que Chanti hasta ahora no había explorado, pero en el que se lo ve muy cómodo, con una mirada irónica muy afilada, y diálogos excelentes, repletos de esas respuestas sarcásticas que a uno muy rara vez se le ocurren durante una conversación real.
Dibujo, color, narrativa, rotulado… en esas áreas lo vemos a Chanti con la solidez de siempre, listo para definir siempre al ángulo, porque es un autor naturalmente dotado para el dibujo humorístico, con años de fogueo en los medios. No te digo que Payunia City es la gloria, ni que marca un antes y un después en la historia de las tiras cómicas, pero la verdad es que, como primera incursión de Chanti en el terreno del humor para adultos, es un auténtico hallazgo, más que digno de sumarse a tu colección de libritos de tiras cómicas de autores argentinos.
Ya arranqué con otro TPB, así que seguramente esta semana tendremos otro post con más reseñas. Ah, el sábado a la tarde voy a estar en el Club Senillosa (Senillosa 630, ciudad de Buenos Aires) con un taller de Lectura Crítica, como parte de un evento que organiza la editorial Loco Rabia. No sé si quedan cupos para el taller, pero la info del evento está en https://www.facebook.com/events/694680964024002/
La seguimos pronto.

4 comentarios:

Milo Garret dijo...

Che, tres offtopic,
¿Leíste el Dr. Strange de Aaron y Bachalo? ¿O qué referencias tenés? Scalped es la gloria, pero no sé qué onda eso..
¿Te acordás que guionista de Batman fue convirtiendo al Penguin de un payaso a una especie de amo de la runfla en Gotham?
Y ¿¿podés decir qué novela estabas leyendo tan cebado?? Me intrigaste...
graciaaaas

Andrés Accorsi dijo...

Todavía no empecé el Dr. Strange de Aaron y Bachalo. Pero leí buenas criticas.
La transición del Penguin empieza en No Man´s Land. Creo que el que la propuso fue Greg Rucka.
La novela con la que me cebé es The Amazing Adventures of Cavalier and Clay, de Michael Chabon. En cualquier momento le dedico un videito en YouTube.

Jack dijo...

Me parece que el cambio del Pinguino ya empieza antes de NML con los guiones de Chuck Dixon. O al menos de Dixon recuerdo una saguita (publicada por Zinco) con el tipo ya en plan mafioso: tiene el boliche, contrata a otros tipos para que hagan el trabajo sucio, etc.

Milo Garret dijo...

Gracias a ambos!!
Y le tenía ganas a la novela de Chabon, capaz le entro en el verano