el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 26 de agosto de 2015

26/ 08: LA SUDESTADA

Ufff… Desde que salió este libro, allá por Marzo, que no dejo de leer y escuchar críticas tremendamente favorables. Por eso le entré con expectativas muy altas, a ver si realmente estábamos frente a una obra maestra o si se había “puesto de moda” inflar un poco a esta novela gráfica de Juan Sáenz Valiente. Y no, no la inflaron en lo más mínimo. Es una verdadera joya de la historieta argentina, una obra que sin dudas merece entrar en la historia grande de nuestro Noveno Arte.
Paso a paso, con un ritmo cautivante, Sáenz Valiente urde una trama brillante, sostenida en el suspenso y en una construcción de personajes digna de los grandes guionistas de todos los tiempos. Creo que lo mejor que tiene La Sudestada es esa combinación entre el misterio elaborado, sofisticado, para nada predecible, con esas escenas más prosaicas, más cotidianas, más de camiseta y pantuflas. Y claro, lo más difícil es armar un personaje que se pueda mover con fluidez en esos dos ámbitos, algo que Juan logra a la perfección con la creación de Jorge Villafañez, un personaje complejo, fascinante, al que uno ama, odia, banca y hasta siente que lo conoce de toda la vida.
Hay muchísimos momentos geniales en La Sudestada, y me quedo con uno: cuando Elvira reacciona después del desmayo, queda cara a cara con Jorge, lo mira y le dice “¿quién es usted?”. Ahí Juan te clava dos viñetas mudas, para acentuar la pausa. Es un punto clave, decisivo, ese en el que si esto fuera un programa de TV, te mandarían el “inicio de espacio publicitario”. Y está puesto a proósito en una página impar, para prolongar el suspenso esos segundos que tardás en dar vuelta la página. Yo cerré el libro ahí, en la página 69. Fue todo tan grosso, me movilizó tanto, que tuve que parar y retomar en otro momento. Pero las escenas inolvidables del libro son muchas, de verdad.
El dibujo de Sáenz Valiente es una belleza. Tiene una forma muy personal de reflejar el mundo real, que parece apartarse del estilo académico y aún así transmitir mucha más sensación de realismo que los dibujantes que están más pendientes de la foto. Juan también mira fotos, pero las pasa por el cristal de su visión personal del mundo y le agrega sutileza, expresividad, cercanía y cierto tinte decadente. Esta vez, además de brillar en los paisajes urbanos (basados en una Buenos Aires perfectamente reconocible), Sáenz Valiente la rompe cuando dibuja las arboledas del Tigre, el río y las cabañas.
La narrativa es excelente y le permite a Juan brillar en todo su esplendor en unas cuantas escenas mudas que te ponen los pelos de punta. Cuando el autor planificó esta novela (pensando en un editor francés que finalmente se echó atrás), La Sudestada tenía color. Cuando decidió publicarla primero en Argentina, decidió que el color no lo conformaba y la reversionó para blanco, negro y grises. La verdad que se ve espectacular, pero Juan colorea tan bien, que no estaría mal publicar (más adelante, cuando se agote esta edición) la versión a todo color.
La Sudestada es una historieta FUNDAMENTAL. Si hasta ahora Sáenz Valiente había brillado grosso de la mano de Carlos Trillo, de Pablo De Santis y bastante menos en sus trabajos solistas, ahora se dio vuelta la tortilla. Esta es su obra definitiva, la más notable de su impactante carrera artística. Climas atrapantes, diálogos afiladísimos, silencios devastadores y situaciones de enorme originalidad adornan una trama redondísima, que se guarda sorpresas hasta la última página, y que encima está dibujada como la hiper-concha de Dios por un virtuoso, un monstruo, quizás el más sólido de los autores argentinos de menos de 35 años. Esto es papa increíblemente fina y –no te quepa duda- está destinada a levantar premios en carretilla. Ovación de pie para Juan Sáenz Valiente.

6 comentarios:

quique alcatena dijo...

¡Dos ovaciones de pie!

fyhkkfhkfhkfykfyh dijo...

Por donde la puedo comprar? Gracias!

dotoart dijo...

Como dibujante es un genio.
Pero me pasaba que sus dos libritos en solitario me habían parecido malos, pretenciosamente malos.

"La sudestada" es pretenciosamente bueno, buenísimo. Si sigue esta línea tenemos al mejor de su generación, gusto por lo clásico, un genio.

Damián dijo...

Esto es una genialidad. Me venía muy recomendada, y ese tipo de cosas me hace recular, termina funcionando de manera negativa. Pero con la La Sudestada no pasó. Es genial, tan genial que me hubiera gustado que durase un par de páginas más, porque se disfruta en muchos momentos.

Roman82 dijo...

A mi no me gustó tanto la temática. Tiene personajes y una trama que bien podrían estar en cualquier película o serie vieja del canal Volver. Quiero decir que ese público se vería más identificado con los personajes. Un público de la tercera edad. Yo sentía que me aburría un poco el desarrollo de los personajes de los gordos, de la Coreógrafa y de la Madre. Quizás porque eran muy reales y de tan reales me aburre saber de la vida de personajes asi. Si me gustó el personaje principal porque se desarrolla en todo su esplendor y hay personajes así de chantas en la vida. El dibujo es excelente, sobre todo en las expresiones faciales y en la urbanidad de las locaciones. La edición muy buena.

Diego Prósperi dijo...

Yo la acabo de leer y ni me di cuenta que estaba en escala de grises. No veo cómo con colores podría ganar algo, me pareció genial. Sáenz Valiente es un pibe joven para tener tanto talento, un capo total.
Esto en la Fierro no podría haber salido sino en fetas. Pero después venían las páginas de Zenitram y ¡plop! pero ES EL PRECIO DE LA LIBERTAD CREATIVA. Ya lo dijo Lautaro Ortíz.
Además, los mangas también vienen en escala de grises y hasta hay libros de literatura que vienen sin dibujos, MAMÁ, VIENEN SIN DIBUJOS, ¿cómo me voy a imaginar los colores? ¿leyendo descripciones cromáticas? ¡Buu! Eso ni pensarlo, Diosito santo no me hizo no daltónico para no disfrutar de todos los matices del espectro tonal o de la paleta de colores o del arcoiris.
Pero bueno, me gustó la reseña, Andrés. Es una de esas veces que no me parece inflada o del estilo "este dibujante se tiene que dedicar a otra cosa porque a mí me parece".
¡Saludos!