el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 9 de mayo de 2012

09/ 05: HUMORIS CAUSA

Y se nos fue Caloi... Triste, porque todavía era muy joven. Pero por otro lado, hacía muchos años que venía muy complicado en su lucha contra el cáncer y sus chances de mejorar eran muy, muy pocas.
Caloi (o Carlos Loiseau, si le miramos el DNI para enterarnos, de paso, que nació en Salta en 1948) fue uno de los grandes referentes de la historieta humorística que tuvo este país desde la década del ´70. Su principal creación, Clemente, forma parte de la cultura popular argentina y ascendió a un grado de reconocimiento y a un status icónico reservados a apenas un puñado de personajes. Esta chapa inmensa es fruto de una suma de carisma, largas décadas en la contratapa del diario más vendido del habla hispana y una exitosa incursión en el mundo de la televisión. Hasta acá, nada nuevo. Todas obviedades que cualquier salame sabe de memoria.
Más obviedades: Durante hace muchos, muchísimos años, la revista dominical de Clarín (que no siempre se llamó Viva) ofreció a sus lectores una página semanal en la que Caloi publicaba uno o más chistes, a veces de un sólo cuadro y a veces con secuencias narrativas propias de la historieta. Alguna vez esa página se llamó Caloidoscopio y se publicó en blanco y negro. Pero durante muchos años, la página llevó el nombre de su autor y se publicó a todo color. El trabajo a color le abrió a Caloi un nuevo abanico de posibilidades que -sabiamente aprovechadas- convirtieron a esa página de la revista Viva en una verdadera galería de arte. Casi 100 de esas maravillosas páginas se convirtieron en este libro fundamental, aparecido en 2007.
Frente a la inmediatez, el minimalismo y el “sale con fritas” que uno asocia con las tiras diarias (y Clemente no era en absoluto la excepción), Caloi plantaba cada página de Viva como un verdadero tratado de Estética. Realizadas íntegramente a mano, las planchas nos paseaban por maravillosos juegos de color y por inagotables estilos pictóricos: había impresionismo, clasicismo, hay Francis Bacon, Duchamp, Picasso, Miguel Angel y, sí, claro, había Oski, y Copi y Saúl Steimberg, porque este Caloi era el Caloi de siempre, aunque acá dibujara como nunca.
El humor siempre está y, si bien el énfasis no parece estar puesto en el chiste en sí (y digo “chiste” en un sentido laxo; se sabe que los buenos humoristas gráficos muchas veces plasman, más que chistes, osadas invitaciones a la reflexión que hasta pueden dejarnos un sabor amargo), sino en la forma de mostrarlo. Por eso vuelvo una y otra vez al impacto visual que producen estos trabajos, a la belleza, la complejidad, o incluso la simplicidad, a la amplia gama de sensaciones que transmite cada página.
Por supuesto, en las planchas que así lo requieren, hay un cuidado impecable de la secuencia narrativa, siempre ajustada al efecto cómico o la sorpresa que nos espera al final del gag. Y depurada al extremo, para prescindir casi por completo de los diálogos y demás textos, lo cual es sumamente arriesgado cuando muchas de las secuencias recurren al absurdo, o rozan el surrealismo, o incluso la metafísica. Pero Caloi sale airoso página tras página.
Y otra diferencia fundamental con las tiras de Clemente. En lugar de anclarse a la realidad y a los temas que esta nos impone (los presidentes, los ministros, los piqueteros, los árbitros del clásico del domingo, etc.), las 90 planchas recuperadas para Humoris Causa nos mostraban a Caloi preocupado por cinco o seis temas universales que se repiten y que poco tienen de triviales o de efímeros: las artes (y sobre todo, el proceso de creación), Dios (y de nuevo, la creación del Universo, el hombre, etc.), la tensión entre naturaleza y progreso, la vida urbana y el psicoanálisis (para muchos, nefasta consecuencia de esta última). O no. Tal vez esas no fueran las verdaderas preocupaciones del autor, sino las excusas que encontró para dibujar y pintar lo que él tenía ganas.
Hagámosla corta. Humoris Causa nos muestra al otro Caloi, al artista en la plenitud de su oficio, en un vuelo plástico majestuoso, en una constante búsqueda, una constante exploración de los límites del humor gráfico, con ironía pero también con poesía y sobre todo, con maestría. La edición de Sudamericana es tan bella y lujosa como el contenido del libro y su compra es poco menos que indispensable. Tan indispensable como recordar y agradecerle por siempre a este genio que tanto hizo por la historieta, el humor gráfico y la animación.

5 comentarios:

Jora dijo...

Un procer del arte de nuestro país!

Anónimo dijo...

nos estamos quedando huerfanos!!!

elgorrión dijo...

http://www.caloi.com.ar/exposicion/CALOI%20-%200430%20%20-%20Triptico.jpg

Gustavo Ippolito dijo...

Un grande.

dibujante dijo...

Hermosa reseña Andrés , tal cuál Caloi la merecía .