el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 1 de noviembre de 2011

01/ 11: VAMPIRELLA MASTER SERIES Vol.4


Uh, cuánto hacía que no me tocaba una antología. Esta estaba piola para comentar ayer, que era Halloween, pero este blog se caga, entre muchas otras cosas, en Halloween.
Desde que Dynamite compró los derechos de Vampirella, además de sacar comics que no me animo a leer, se mandó a reeditar todo lo medianamente potable que publicara la editorial Harris, que tuvo a su cargo los comics de Vampi de 1994 a 2008, año más-año menos. Desde una fosa séptica más oscura e inmunda que la AFA, un pobre esbirro de Dynamite (que debe pedir aumento de sueldo urgentemente porque realiza un trabajo menos que insalubre) rescata perlitas, historietas que –de casualidad- cayeron en manos de autores buenos, con muchos fans, o las dos cosas. Así se arman los Master Series y especialmente este tomo, el que tiene más historias cortas y –por ende- más mezcla de autores. Veamos qué gusto tiene la sangre…
Curiosamente, la historia de Alan Moore no es la mejor del tomo. Por lo general, el Mago de Northampton le saca mucha ventaja al que queda segundo, pero esta vez no. Su historia es buenísima y está magistralmente dibujada por Gary Frank. Pero le falta sorpresa, siempre sabés lo que va a pasar. La gracia (que es mucha) está en los diálogos y bloques de texto y en el armado de las secuencias, una especialidad del maestro de los maestros.
La siguiente es chota. La escribió Forrest Ackerman (el mismísimo creador de Vampirella) y es una historia obvia y lineal. Los dibujos de Mark Texeira están bien, pero le falta fluidez narrativa. Se nota demasiado que labura en base a fotos de modelos, que uno sospecha que están afanadas de revistas porno o eróticas. La tercera es un muy lindo homenaje a Archie Goodwin (tal vez el major guionista que haya tenido Vampi) realizado por la dupla-hitazo de Jeph Loeb y Tim Sale. Vampi está medio metida de prepo, pero la historia funciona bien, porque es en joda y porque es un tributo a un grosso de aquellos.
La de Kurt Busiek y Arthur Adams es la más vieja. De hecho se hizo para Dark Horse, antes de que Harris entrara en escena. El guión es chato y zafa por algún dialoguito inteligente. El dibujo es fastuoso, con Adams prendido fuego. El problema es que está coloreado a la antigua, con las técnicas pre-Image de paleta re-limitada, colores planos y estridentes y esas mascaras en las que se marcaban los porcentajes mirando el Pantone. Otra vez lo hicieron mierda al pobre Arthur… La quinta es una anecdotita, breve y sin texto. El “guión” de Christopher Priest es casi digno, pero la estrella es el dibujo de un Alan Davis magníficamente inspirado.
La historia que deja chiquita a la de Moore es la de Ty Templeton y Bruce Timm, una joya de altisimo nivel, tanto en el guión como en el dibujo. Seis páginas para no olvidar. La de Steve Lieber es muy digna, con bastante gore y violencia y muy buenos diálogos. La de Liam Sharp está bien, tiene buenas intenciones, pero el dibujo se pasa de estridente y –de nuevo- se nota demasiado el laburo con fotos. La de Michael Golden es apenas entretenida, pero con unos dibujos para caerse de orto, que justifican cualquier cosa. Sólo ver cómo Golden aplica las tramas mecánicas justifica cualquier cosa.
Ya cerca del final, Jimmy Palmiotti y Amanda Conner sorprenden con una comedia muy zarpada, divertidísima y sumamente original. Se parece más a una historia de Hellboy que a una de Vampi, pero igual impacta y seduce. Como broche de oro, la otra historieta cuyo guión me gusto más que el de Moore: Ink es la más larga del tomo y está escrita por un Phil Hester que sale a matar. Increíble el clima que logra, cómo te mete en la historia, dónde y cómo pega los volantazos para esquivar las obviedades… todo cierra perfectamente. El dibujo de Steven Segovia (al que vimos hace muuucho en un tomito de Eclipso) se pasa un poquito de pochoclero: parece el de los clones de Marc Silvestri que dibujaban minitas con espadas y cuernos en la Top Cow de los ´90. Pero cumple, no empaña los méritos del guionazo de Hester.
Y después, los clásicos pin-ups para pajeros en los que Vampirella no muestra ni un pezón, y otros un poquito más interesantes, como los de Mike Mignola, que van para el lado más dark. Si no te da náuseas el personaje, este es un librito que, aunque sea por la chapa de los autores, te puede llegar a copar. Pero sólo por los autores: no esperes grandes joyas del terror (hay tres, nomás) ni grossas sagas en las que alguien le pega una vuelta de tuerca interesante a Vampirella que expande su potencial como personaje. De esas creo que no hay ninguna.

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