el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 31 de julio de 2011

31/ 07: LOS MAS VENDIDOS DE JULIO


Esta vez el mes termina un domingo, o sea que pude cerrar hoy las cifras de venta y darlas a conocer hoy mismo, como último post antes de las vacaciones. En Julio le di mucha bola a las ferias (la de Libro Infantil y la de la Universidad de Palermo) y un poco menos al circuito de comiquerías, y seguramente por eso vendí un toquecito menos que en Junio, que sigue siendo el mejor mes de 2011. Esta vez, además, hubo menos novedades y una sóla tenía perfil de hitazo demoledor (de hecho, fue lo más vendido del mes). Por eso hubo margen para que reaparecieran también algunos tanques de los meses anteriores. Veamos cómo quedó el Top Ten de ventas:
1) Komikku n.11 (Freakshow)
2) Correrías del Sr. y la Sra. Rispo (Llanto de Mudo)
3) El Libro de Gabriel (Napoleones sin Batallas)
4) Ordinario (Llanto de Mudo)
5) Gaturro Vol.17 (De la Flor)
6) Mamá Pierri (Barcelona)
7) Acero Líquido (Loco Rabia/ Belerofonte)
8) El Libro del Genesis (De la Flor)
9) ¿Quién es Montt? (De la Flor)
10) Fantagas (Moebius)

La Komikku se empezó a distribuir el 21 de Julio, pero en poquitos días logró quedarse holgadamente con el primer puesto, para reafirmar una vez más el gran momento por el que está pasando. Es muy notable el fenómeno Komikku. Uno supondría que, al vender tantos ejemplares en todos los eventos donde hay stands o mesas de Freakshow (que son muchísimos, todos los meses), la venta en comiquerías debería ser baja, o por lo menos no crecer constantemente. Y no. Komikku vende cada vez más, sin importar a través de cuántos circuitos se la ofrezca.
El segundo y tercer puesto fueron para dos lanzamientos de Junio, uno de los cuales (El Libro de Gabriel) salió la segunda quincena, cuando muchos comercios del Interior ya habían hecho y recibido sus pedidos. Era lógico que este mes vendiera más que en Junio (por eso yo decía la vez pasada que le tenía fe), pero me sorprende el puesto al que trepó. Lo de Correrías del Sr. y la Sra. Rispo no me sorprende para nada: los fans de Diego Parés son muchos más de los que suponen los encargados de hacer los pedidos para las comiquerías y era obvio que todos estaban pidiendo menos ejemplares de los que sus clientes iban a demandar.
En el cuarto puesto reapareció Gustavo Sala, con el libro más vendido del verano, que este mes volvió a arrasar, al igual que Acero Líquido, otro título con muchos meses de rodaje que cada tanto vuelve a cobrar impulso. Gaturro Vol.17, lanzado en Mayo, también se resiste a abandonar la lista de los más vendidos, muy a mi pesar. Y otros tres lanzamientos de ese mes, los maravillosos El Libro del Genesis, ¿Quién es Montt? y Fantagas volvieron al ranking, aprovechando que en Julio hubo menos novedades hiteras.
Además de la Komikku, el otro título que debutó en Julio y se coló en el ranking fue Mamá Pierri, impactante recopilatorio de las historietas de Sergio Langer en la Barcelona, cuyo mérito merece ser subrayado porque el libro llegó al circuito de comiquerías con bastante delay, luego de haber sido presentado en la Feria del Libro en Mayo y pasado por los kioscos en Junio. Aún así, alcanzó una muy buena cifra de ejemplares vendidos en librerías especializadas, donde los libros de La Nelly (también de Langer) habían vendido muy mal.
Las otras novedades de Julio no entraron al Top Ten, pero por ahí alguna repunta el mes que viene, que también parece tranqui en materia de novedades. Es probable que tengamos nuevos números de Comiqueando y de La Murciélaga, pero a nivel libros, no es mucho lo que está por aparecer. Y como voy a laburar sólo la segunda quincena, ya estoy resignado a facturar poco, o sea que –en alguna medida- me chupa un huevo que salgan o no muchas novedades. “Ya vendrán tiempos mejores”, decía una vieja zurciendo un forro…

sábado, 30 de julio de 2011

30/ 07: MIJEONG


Sí, ya sé… son la una de la matina del domingo y esta debería ser la reseña del sábado. Pero me invitó a cenar Marv Wolfman y después de la increíble onda que demostró en las charlas de ayer y hoy, no le podía decir que no. Así que el 30 de Julio se estiró unos minutos.
Vamos con lo importante que es Mijeong, un nuevo libro de Byun Byung-Jun, el maestro coreano al que ya visitamos el 23 de Febrero de este año. No te dejes engañar por la portada. Por lo menos en la edición yanki (de NBM) aparece un cartelito que dice “a manhwa graphic novel”. Graphic novel, las pelotas. Mijeong es un recopilatorio de historias cortas (todas de principios de este siglo) y de “novel no tiene nada”.
La primera historia corta, que se llama igual que el libro, es una onda Las Alas del Deseo (peli de los ´80, muy influyente en su momento): un ángel camina entre los humanos y ayuda a una minita de la que está enamorado. No hay mayores sorpresas en el guión (como en la mayoría de las historias del tomo), pero sobran clima y emotividad.
La segunda historia es mucho más larga que todas las demás y gira en torno a una chica muy linda, que fue violada en su adolescencia por unos vándalos que además mataron a su amigo de la infancia, que intentó defenderla. Ahora la chica pega onda con el padre de su amigo muerto, pero la cosa no va a terminar nada bien. Y si bien se cuela un rayito de esperanza en las últimas dos páginas, es una historia básicamente trágica, de almas heridas que no cicatrizan jamás.
La tercera también incluye hechos atroces y truculentos, pero está planteada más en son de joda, tamizada por un humor negro sutil y perturbador. Se nota que los autores (acá Byung-Jun trabajó con un guionista) la tuvieron que terminar medio de apuro, porque el final es totalmente anticlimático, pero se disfruta a full.
Le sigue la maravillosa Song For You, otra historia trágica, perturbadora, pero que conmueve no tanto por su crueldad como por su vuelo poético. Nostalgia, dolor, furia, sacrificio y belleza en una pequeña joya de 32 páginas, las únicas del libro realizadas a todo color.
La quinta historieta es la clásica limadura: el planteo zarpado, inquietante, atrapante, que resulta ser un sueño del autor, que se queda dormido sobre el tablero mientras trata de terminar una historieta con la que viene atrasadísimo. Divierte un ratito, pero deja gusto a poco.
Le sigue una historia de amor bastante típica entre un estudiante coreano y su profesora de japonés, con Tokyo de fondo, y con un elemento bizarro al que Byung-Jun le saca muchísimo jugo: un gato que está perdidamente enamorado de la profe de japonés, y que obviamente se morfa el protagonismo.
Y la otra en la que participa un guionista es la última historia del tomo, que tiene buenas intenciones, buenos climas, buenas ideas, pero le falta fuerza al conflicto. No es mala, para nada, de hecho tiene varios de los mejores textos del tomo. Pero le falta un toque de intensidad.
De todos modos, lo importante es que todas y cada una de estas historietas están dibujadas por Byun Byung-Jun prendido fuego, en un estilo que combina influencias de los típicos mangakas y los autores europeos y sudamericanos, como Taiyo Matsumoto, pero con una narrativa más clásica, menos arriesgada. El trazo de Byung-Jun es impecable, su trabajo en la ropa de los personajes no se puede creer, y esas tomas panorámicas, en las que una técnica imposible de explicar convierte esas fotos de ciudades en maravillosos cuadros impresionistas valen lo que te pidan por el libro. Imaginate cuando pela las acuarelas para dibujar las 32 páginas de Song For You. Eso ya es como rebajar un gin tonic con nafta super. Si con blanco, negro, tramas mecánicas y unos cross-hatchings enfermizos te había logrado emocionar, cuando pela las acuarelas Byung-Jun pasa de grosso a genio. Creo que desde el Viejo Breccia que no veía a nadie laburar así el color de un comic. Posta, hay que verlo para creerlo.
Es cierto: los guiones podrían ser bastante mejores, pegar giros más zarpados, o que pasen más cosas en cada historia. En ese sentido, este material no está a la altura de Run, Bong-Gu, Run! (que sí es una novela gráfica), la otra obra de Byun Byung-Jun que pasó por el blog. Pero a nivel dibujo, lo que hace este coreano volcado profesionalmente al manhwa desde 1995 desafía toda explicación. Ahí vas a encontrar magia, poesía, belleza plástica, pasión y polenta en dosis sobrehumanas. Y vas a querer más, mucho más.

viernes, 29 de julio de 2011

29/ 07: CERRAMOS POR VACACIONES


Alguna vez tenía que pasar…
El miércoles 3 de Agosto me voy a La Paz, capital de la hermana nación de Bolivia, a sumarme a la novena edición del festival Viñetas con Altura. Ahí voy a participar en varias charlas, por supuesto a presentar el libro del blog, y a sacar adelante un stand donde van a estar disponibles un montón de publicaciones argentinas para que los amigos bolivianos puedan conocerlas y comprarlas a precios más que accesibles. El festival empieza el lunes, pero yo arranco con mis actividades el jueves y termino el domingo, para completar cuatro jornadas a todo comic latinoamericano, junto a prestigiosos artistas y especialistas de Argentina, Uruguay, Brasil, Perú y –obviamente- Bolivia.
Y después de esas cuatro maratónicas jornadas se vienen mis más que merecidas vacaciones. De La Paz me voy a Lima, donde estuve en Marzo y la pasé demasiado bien como para no volver estando tan cerca. No sé cuándo llegaré a la capital peruana, porque me pienso ir en un micro que tarda… muchas horas de una ciudad a la otra: cruza el lago Tititcaca, pasa por Cuzco, cruza los Andes… una odisea muy limada qué no sé cuántas horas me va a insumir. Pero sospecho que en algún momento del martes 9 de Agosto voy a estar en Lima, y ahí me quedo (sin ningún compromiso laboral) hasta el lunes 15, cuando será hora de emprender el regreso a mi Buenos Aires querido… a preparar todo para el viaje a Tucumán, donde voy a estar del 19 al 21 del mes que viene, para participar una vez más del Imaginario, el gran evento comiquero del NOA, que este año vuelve a tener doble edición: Tucumán en Agosto y Santiago del Estero en Octubre.
Lo importante de toda esta sanata es que este domingo el blog va a completar su decimonoveno mes de reseñas diarias y a partir del lunes se va a abrir un paréntesis que se va a extender hasta el martes 16, que va a ser mi primer día “back in baires”. Serán exactamente 15 días sin reseñas, aunque por ahí posteo algo para hinchar las pelotas, si tengo tiempo, ganas y una computadora cerca.
Mientras yo esté lejos de casa, los amigos de Llanto de Mudo estarán llevando a la imprenta el Vol.2 del libro del blog, que ya está casi terminado. Falta una última corrección de los textos, algún retoque a la portada y ya está listo para convertirse en un hermoso masacote de papel, con las 183 reseñas que faltaban para completar el 2010 y algunos extras copados, que ya revelaremos. Si todo sale bien, para los últimos días de Agosto el Vol.2 va a estar a la venta en los mismos lugares donde se vende el Vol.1 y la primera presentación va a ser en Mendoza. Para fines de Agosto, de no mediar imponderables, también vamos a tener una nueva Comiqueando en kioscos y comiquerías.
¿Qué vas a hacer los días que yo no suba reseñas al blog? Y, lo obvio: aprovechar el ratito para leer más comics. Yo, mientras tanto, me voy a dedicar a recargar pilas y a recuperarme un poco de todo este vértigo de la Feria del Libro Infantil (donde este sábado voy a estar de nuevo charlando con Marv Wolfman), el Encuentro de Diseño de la Universidad de Palermo (donde estuvimos miércoles y jueves de 9 a 9) y los cuatro días de intensa actividad en el Viñetas con Altura. Y el 16 de Agosto, con todo más calmo, retomamos esta sana costumbre de encontrarnos todos los días a charlar de comics, por lo menos hasta el 31 de Diciembre.
Mañana sábado y el domingo 31 hay blog, así que disfrutalo.

jueves, 28 de julio de 2011

28/ 07: EX MACHINA Vol.6


Otra vez hay clima de elecciones en Buenos Aires, y una vez más es menester acordarse de este ex-superhéroe que un día colgó el jetpack para dedicarse a servir al pueblo de New York de otra manera y se convirtió en Jefe de Gobierno de la Gran Manzana.
Este recopilatorio es el que menos historieta ofrece: sólo cuatro episodios de la serie regular y un especial que nos cuenta la trastienda de Ex Machina, cómo entrega Brian K. Vaughan los guiones, cómo boceta Tony Harris las páginas, cómo se colorea, cómo se arman las portadas, todo el proceso de las fotos a seres humanos de carne y hueso que luego la magia de Harris convierte en magníficos dibujos y demás (ahora que sabemos que Harris no afana fotos de Flicker, sino que las saca él mismo, lo pasamos al estilo Juan Carlos Nikkon). En total son 22 páginas de backstage y está –dentro de todo- bien. Más de 30 ya era un achaco. Pero claro, se supone que uno compra el libro para leer historietas y de eso hay apenas 88 páginas.
El tema es que son 88 páginas con mucho jugo. Acá lo vemos a Mitchell Hundred perder sus poderes, recordar sus inicios, ser víctima de un complot orquestado por su amigo incondicional Kremlin, enterarse de que este y su vieja pegaron onda, y enfrentar a un misterioso viajero, cargado de una extraña energía, que parece tener data grossa sobre quién, cómo y por qué le dio a Hundred sus habilidades especiales. En el medio, y por si faltara algo, el Jefe de Gobierno tiene que lidiar con un apagón de gigantescas proporciones que deja sin energía eléctrica a 50 millones de personas, lo cual pone a prueba –una vez más- su cintura política, su capacidad de trabajar en equipo y su ingenio para resolver los problemas de los que lo votaron.
Pero es todo mucho más intrincado de lo que parece. Al final (que llega rápido), Hundred no logra sacar demasiado en limpio de su encuentro con el misterioso Zeller y ni siquiera le queda clara la relación entre la extraña aparición de este personaje y el apagón. Zeller volverá a esfumarse, la energía eléctrica será restituída y al ex-superhéroe le quedarán tantas dudas como al principio de la saga. ¿Fue todo al pedo? No, porque los lectores ya podemos empezar a tirar conjeturas, y sobre todo porque vimos a Hundred desenvolverse sin sus poderes, de forma totalmente distinta a como lo hizo hasta acá. Por supuesto, Vaughan no deja pasar la oportunidad para mostrarnos cómo este suceso altera el sutil equilibrio entre el poder “fantástico” y el poder político, que es lo que hace tan interesante al personaje de Mitchell Hundred.
Y finalmente volvió la madre del protagonista, que apareciera allá por el Vol.3 y luego se morfara dos tomos en el banco de suplentes. Acá tiene un par de lindas escenas y es, junto a Kremlin, el personaje secundario con más desarrollo en este arco argumental.
El trabajo de Tony Harris, si bien sigue resultando frío, demasiado foto-dependiente, cobra un vuelo muy, muy atractivo en las escenas de acción, o sea, los flashbacks protagonizados por Great Machine durante los ataques del 11 de Septiembre de 2001. En la escenas protocolares, o de simples diálogos, se las ingenia siempre para no aburrir, pero cuando pinta la machaca, pela una intensidad y un vértigo que te quitan el aliento. Notable lo de Harris.
Me queda sin leer un sólo tomo y después vendrá una pausa larga hasta poder llegar al final de esta adictiva serie, repleta de diálogos magistrales, excelentes caracterizaciones, misterios atrapantes, dilemas morales espinosos y temas que habitualmente las historietas no tocan, como la forma en que se ejerce un cargo electivo tan importante como la intendencia de una mega-metropolis del Siglo XXI. Prometo volver pronto. Y el domingo, no te olvides: si no te interesa la política, votá por la salud, la educación pública, la cultura, la vivienda digna, el transporte público, los derechos humanos y todas esas cosas con la que el PROcesado Macri se limpió el orto cuatro años y –si lo dejamos- se lo va a limpiar otros cuatro. Por ahí Daniel Filmus no es el Jefe de Gobierno que se merece Buenos Aires. Pero quedate tranquilo, que peor que Macri no va a ser.

miércoles, 27 de julio de 2011

27/ 07: EL INVIERNO DEL DIBUJANTE


En este momento tendría que estar haciendo cualquier otra cosa menos escribir una reseña para el blog, pero bueno, me debo a mi público…
Y además estoy prendido fuego, porque acabo de leer una de las mejores historietas que descubrí en lo que va del… milenio, probablemente. Al español Paco Roca lo sigo desde el 2001, cuando La Cúpula le publicó (sin publicitarlo y en un formato medio croto) la brillante El Juego Lúgubre. O sea que no me subí al carro con Arrugas, sino que para cuando Roca peló esa maravilla, ya me contaba entre sus fans acérrimos. Ese fanatismo se acaba de multiplicar más brutalmente que el euro en las comiquerías argentinas. El Invierno del Dibujante es mejor que Arrugas, y eso es muchísimo decir.
Se trata de algo muy raro: una obra 100% documental, que no tiene ficción, o si la tiene es producto de algún recuerdo borroso por parte de alguno de los involucrados, a los que Roca entrevistó para conocer a fondo toda la movida de la que da cuenta la novela gráfica. Y además no tiene acción. Nadie persigue a nadie, nadie le pega a nadie, nadie se empoma a nadie (por lo menos en sentido literal) y todas, absolutamente todas las escenas del libro están basadas en diálogos, o en algún silencio demasiado elocuente como para necesitar de las palabras.
¿Qué hechos nos narra Roca? El intento por parte de cinco historietistas consagrados por independizarse de la poderosa editorial Bruguera y producir una nueva revista de humor e historieta, gestionada por los propios creadores. La Gran Image, pero en 1958, cuando España era un país dominado por un tirano muy heavy, y donde la libertad y la independencia no eran conceptos con muy buena prensa. Pero ahí se lanzaron cinco valientes, a romper cadenas para ver si podían hacer lo mismo de siempre pero con mejor rédito económico, y si conocés algo de la historia del comic español, no hace falta que te cuente cómo termina la odisea de la revista Tío Vivo.
El enfoque de Roca es objetivo, pero también muy humano. No es una entrada de la wikipedia. Hay anécdotas que pintan tanto a los capos de la editorial como a los dibujantes como seres reales, de carne y hueso, y seguramente esa es la parte de la exhaustiva investigación de Roca que más realza la realización de esta obra. El contexto sociopolítico está perfectamente aprovechado, al igual que las condiciones en las que la industria del tebeo español funcionaba a fines de los años cincuenta. Leído desde Argentina, no es difícil reemplazar mentalmente a Bruguera por Columba, con la salvedad de que los autores más grossos de la editorial de la palomita se retobaron mucho más tarde, cuando el boom de ventas ya no era tal, y con mucha menos dignidad.
Me queda poquísimo tiempo y lo quiero aprovechar para hablar maravillas del dibujo de Paco Roca, que es sencillamente perfecto. La documentación, los climas, el armado de cada página, todo es brillante. El estilo de Roca difiere un toque de lo visto en Arrugas. Acá parece algo así como Edgar-Pierre Jacobs, pero con onda, mestizado con dibujantes norteamericanos tipo Jason Lutes, o el David Mazzucchelli de City of Glass. El resultado es devastador y está absolutamente al nivel de genialidad del guión, que es de lo que más se habló hasta ahora.
Documento imprescindible sobre una época interesantísima de la historia del comic español, novela gráfica del carajo, y lectura cautivante, repleta de matices y de logros, y de escenas memorables, y de todo lo que necesita una historia para marcarte para siempre. Sí, sin ficción ni acción también se puede aspirar a crear Historieta Perfecta. Así da gusto cagarse de frío en invierno.

martes, 26 de julio de 2011

26/ 07: SPIDER-MAN: FAIRY TALES


Nunca en mi vida habría agarrado un comic de C.B. Cebulski si no lo hubiese conocido en persona y descubierto en él a un tipo macanudo, simpático y sincero (en la medida de las posibilidades del cargo que ocupa en una empresa como Marvel). El mismo dijo públicamente que su carrera como coordinador se terminó por su propia ineptitud para esa función, así que decidí ver qué onda el C.B. Cebulski guionista, ya que cada tanto se sienta a escribir comics.
Por otro lado, la premisa del libro es tan fumada que me resultó atractiva: recontar cuatro cuentos o leyendas crossovereadas con los mitos de Spider-Man. Y con dibujantes no muy conocidos, pero de gran nivel. Y dentro de todo, el resultado es satisfactorio. Veamos.
La primera historia reversiona el clásico Caperucita Roja. La protagonista es Mary Jane y Spidey está medio metido a presión. Obviamente cumple el rol del leñador que rescata a Caperucita y a la Tía (digo, la abuela) de las garras del lobo, pero además cobra mucho protagonismo en toda la previa, antes de que Caperucita se meta en problemas. También está metido con forceps J. Jonah Jameson, pero es un personaje al que siempre está bueno reinterpretar. Está bien. Es casi un chiste largo, pero funciona. Y el dibujo es de Ricardo Tercio, un talentosísimo ilustrador portugués, que maneja de taquito la estética de la ilustración de cuentos infantiles pero le logra inyectar la acción y la machaca que requiere el género superheroico.
La segunda historieta casi no tiene un conflicto. Cebulski nos cuenta un viaje que emprende Anansi (el dios-araña de la mitología africana) en el que terminará por hacerse amigo de las entidades a las que quería robarles sus poderes. Es un verdadero embole, obvio y predecible, pero se salva del descenso por los majestuosos dibujos del canadiense Niko Henrichon, maestro de los maestros, que te conmueve en cada viñeta con el poder, la frescura y la vitalidad de sus imágenes.
La tercera se basa en una leyenda japonesa que desconozco, y está excelente. Es un manga, hecho y derecho, si no fuera porque es a color. El guión es vibrante y emotivo y el dibujo de Kei Kobayashi es glorioso, con bastante influencia de Yoshitaka Amano, pero con mucho movimiento y mucha intensidad. Impresionante.
Y el cuarto guión es el más lindo, el más redondito, el que mejor integra a Spidey, sus amigos y enemigos al relato original. Acá el bueno de C.B. se despacha con una versión muy divertida de La Cenicienta que los fans de Peter Parker disfrutarán infinitamente. El dibujo está a cargo de Nick Dragotta, esta vez en su faceta de clon perfecto de Mike Allred. Posta, si no te dicen que es Dragotta, creés fervientemente que el dibujante es Allred. Dragotta le copia el estilo al creador de Madman con precisión milimétrica y logra páginas de gran nivel y alto impacto visual, para redondear una historieta sumamente ganchera, que cierra por todos lados.
Y bueno, de una idea muuuy delirante y de un guionista que –en principio- no era garantía de nada más que de depletar las existencias de choripanes en las parrillas de todo Rosario, salieron un par de historietas lindas, entretenidas, con una vuelta de tuerca no super-original pero bastante copada y con cuatro dibujantes de cuatro países distintos que dejaron todo para que el libro se vea bárbaro. No está mal.

lunes, 25 de julio de 2011

25/ 07: TOUTE LA POUSIERE DU CHEMIN


O para decirlo en criollo, “Todo el polvo del camino”, que es como lo tradujo Norma a la hora de publicarlo en nuestro idioma, cosa que se caía de madura sobre todo porque el dibujante es español. Lo de Jaime Martín en este libro es doblemente raro. Primero, porque uno está acostumbrado a verlo trabajar con guiones propios (lo vimos en Marzo con Sangre de Barrio), y segundo porque acá dibuja en un estilo que se parece bastante poco al de sus otras obras. Así como en Sangre de Barrio lo veíamos cebado con Bernet y con dibujantes yankis tipo Jaime Hernández y Charles Burns, acá agarra totalmente para otro lado y se acerca mucho a Rubén Pellejero y a los trabajos más “línea clara” de Emmanuel Guibert. Por supuesto, hay momentos en los que se ve claro al Martín de siempre, pero toda la impronta visual del comic, desde el color hasta la forma en que fluye la acción de una viñeta a la otra nos remite inmediatamente a Pellejero y a Guibert. Lo cual no significa que sea un mal trabajo del español, para nada. Este es un excelente trabajo de Martín, a quien trabajar para Francia no lo asusta, porque en sus historietas “de autor” para El Víbora también tenía muchísmas páginas de 10 viñetas y pocos primeros planos. Acá hay unos cuantos, muchos para un álbum francés, pero tiene que ver con una particularidad de la historia, que es que el protagonista habla muy poco y comunica mucho con la mirada y con las expresiones de su rostro. También es muy notable el trabajo de Martín en materia de documentación histórica (todo transcurre en los EEUU rurales, justo cuando más fuerte pega la Gran Depresión) y sus increíbles logros expresionistas a la hora de aplicar el color digital.
Y mirá vos qué loco: el autor del guión tampoco habla francés. Se trata de Wander Antunes, el guionista brasileño con más presencia en el mercado franco-parlante, donde desembarcó en 2004 en equipo con nuestro Walther Taborda, para más tarde colaborar también con el ídolo mexicano Tony Sandoval. La ambientación de los EEUU rurales no es nueva para Antunes y realmente la maneja de taquito. Acá, al racismo, la hipocresía y la brutalidad habituales le suma la extrema pobreza y los abismos a los que esta empuja a hombres naturalmente honestos, que al grito de “éramos tan pobres” compran la ilusión pelotuda de que cagando al de al lado, por ahí zafan. Tom, el protagonista de la obra, va para el otro lado. Con el alma magullada por miserias y desgracias varias, vaga en busca de un laburo, de alguna forma de subsistencia, pero con dignidad, sin bajarse los lienzos ni traicionar sus principios. Y no va a encontrar un amor que reemplace al que perdió, ni un casa que reemplace a la que le incautaron los banqueros, ni un laburo normal y estable. Pero, después de padecer a lo guanaco a lo largo de 80 páginas, va a recibir de manos de Antunes algo así como un final feliz.
Riquísimo en climas, con diálogos fuertes y silencios conmovedores, con buen equilibrio entre la acción y la pachorra provinciana, lo único que empaña al gran guión de Antunes es que las dos veces que la historia parece empantanarse o llegar a un punto muerto, lo que la vuelve a motorizar son sendas casualidades. No está mal que un guionista recurra a las casualidades (que, como bien postulara Paul Auster, son la prueba irrefutable de que el Universo está escrito en rima), y ambas casualidades disparan a la trama en direcciones grossas, de gran impacto. Pero dos casualidades en una obra de 80 páginas suena a un guión un cachito forzado.
Toute la Poussiere du Chemin quedó cerquita de ser Historieta Perfecta. Es una historia fuerte, comprometida con los valores correctos (la dignidad, la solidaridad, la esperanza, el aguante frente a la adversidad), con personajes muy bien trabajados, con un final redondo e impredecible y llena de momentos violentos, jodidos y también hermosos. Y además dibujada y narrada con sutileza y talento por un Jaime Martín inspiradísimo, lejos de sus trabajos de los ´80 y ´90, pero cerca de la cima de su inmenso potencial artístico. Please, que no la agarre nunca un productor de Hollywood para convertirla en una película con Viggo Mortensen o Christian Bale.

domingo, 24 de julio de 2011

24/ 07: TRANSMETROPOLITAN Vol.4


Otro esperado reencuentro! Después de muuuuchos meses, vuelvo a leer esta indescriptible serie de Warren Ellis y Darick Robertson. Y justo me toca leer un tomo que gira en torno a las elecciones, un día que hay elecciones (en Santa Fe) y donde parece que la bajeza, la canallada, la venalidad más burda y chabacana va a ser la que saque más votos.
Sin ser flojo ni mucho menos, este es el tomo que menos me emocionó en lo que va de la serie. Evidentemente, Spider Jerusalem funciona mejor como cronista o testigo que como protagonista, y acá cobra mucho protagonismo, porque Ellis lo deja involucrarse demasiado en la contienda electoral entre la Bestia y el Sonrisas. El propio Spider se da cuenta de esto, lo manifiesta y lo sufre. O sea que no es un “error” del guionista, sino un camino tomado con premeditación y que, para mi gusto, no da tan buenos frutos como el otro. Para Spider, claramente tampoco. Este es el arco en el que peor la pasa.
Lo más copado terminan por ser, por un lado, las guarangadas que dice y hace Spider. Ahí, Ellis no falla y sigue tan salvaje como siempre. Y por el otro lado, las ideas limadas que Ellis pela para mostrarnos que esto transcurre en un futuro hiper-tecno. Los personajes mencionan o consumen como si fuera lo más normal del mundo un montón de productos, sustancias, operaciones quirúrgicas y hasta religiones absolutamente originales y alucinantes, que ojalá se inventen pronto, en especial el neurotransmisor (ocultable en el esmalte para uñas) que le produce a nuestras víctimas alucinaciones en las que tienen sexo con simios duros de merca que sufren el síndrome de cólon irritable.
A medida que se acercan las elecciones, Ellis le da más y más protagonismo a los dos candidatos presidenciales, a los que –gracias a las gloriosas charlas que tienen con Spider- llegamos a conocer bien a fondo. Pero claro, los dos detestan a nuestro kamikaze del periodismo y gane quien gane, ninguno tendrá reparos a la hora de hacerle pagar caro tanto insulto, tantas humillaciones y –sobre todo- tanto compromiso con la verdad. Spider interactúa tanto con los políticos que casi no lo vemos junto a sus asistentes, Yelena y Channon. Como las chicas están al pedo, las vemos intentar generar sus propias subtramas, pero ninguna cobra ninguna relevancia.
La saga de las elecciones podría haberse contado tranquilamente en cuatro episodios en vez de seis, pero Ellis aprovecha los restantes para mandar a Spider a pasear por la Ciudad, y en esos tramos, los más descriptivos (si se quiere, los más sociológicos) aparecen varios de los hallazgos más notables del tomo, así que está todo bien… leído en TPB. En la lectura mes a mes de los numeritos, me acuerdo que eran un palo en el orto del grosor de una palmera. El TPB también ofrece como bonus tracks las dos historias cortas de Transmetropolitan que salieron en sendos Winter´s Edge, la antología que editó Vertigo durante tres años. Esas dos también son pequeñas perlas, jodidas y deliciosas.
A lo largo de todo el tomo, como ya es costumbre, nos acompañan los dibujos de Darick Robertson, siempre ajustadísimo en la narrativa y con un trazo siempre propenso a derrapar hacia el grotesco. Cosa que los guiones de Ellis también hacen casi siempre, y ahí es donde me parece que Robertson se siente más cómodo. No le pidas que dibuje minas hermosas porque no las va a dibujar ni aunque se esmere; pero pedile gordos repulsivos y te los va a dibujar tan repulsivos que hasta les vas a sentir el olor a chivo, cigarrillo y vino berreta. Como la saga está bastante estirada, hay lugar para muchas páginas de una sóla viñeta, y ahí Robertson y el entintador Rodney Ramos dejan la vida, en tomas jugadas (y superpobladas) de la Ciudad, su gente, sus carteles, sus grafittis y su mugre.
Tengo a mano un par de tomos más, así que prometo volver pronto a la Ciudad, a ver cómo cambia la vida de este maestro de la mala leche a partir del cambio de presidente. O a ver si Ellis agarra para otro lado. Yo estoy seguro de haber leído por lo menos 15 episodios más cuando coleccionaba los numeritos en los ´90. Pero posta, no me acuerdo absolutamente nada posterior a esta saga. Mejor, así me sorprendo más.

sábado, 23 de julio de 2011

23/ 07: EL EXTRANJERO


“Standing on a beach with a gun in my hand,
Staring at the sea, staring at the sand,
Staring down the barrel at the arab on the ground,
See his open mouth but hear no sound.
I'm alive, I'm dead,
I'm the stranger… killing an arab!”
Y sí, si alguna vez escuchaste ese hitazo de The Cure llamado “Killing an Arab”, ya sabés de qué se trata la famosísima novela de Albert Camus, escrita en 1942 y ahora convertida en historieta por Juan Carlos Kreimer y Julián Arón. Básicamente es la historia de un tipo llamado Mersault al que le importa poco que se muera su madre, le importa poco que una mina se enamore de él, le importa poco matar a un desconocido y le importa poco ir en cana y ser condenado a muerte por el homicidio del árabe de la canción de The Cure. Podríamos estar ante una especie de psicópata inescrupuloso, pero Mersault no es uno de esos. Es más bien un discapacitado emocional, un tipo al que no le sale fingir las emociones que no siente. Se muere tu vieja y justo ese día no tenés ganas de llorar, ni en el velorio ni en el entierro. ¿Eso te convierte en una mala persona? Camus nos invita a pensarlo. Matás a un tipo medio por accidente y medio porque se te cantó, y no sentís el menor remordimiento. ¿Eso te convierte en un villano irredimible, tipo el Joker o Bullseye, o en un pobre tipo? ¿O en un grosso que, pudiendo caretear el arrepentimiento y zafar, prefiere decir la verdad, aunque eso le cueste una condena? Se pone interesante, no?
El Extranjero no es una novela fácil de adaptar, porque buena parte de la “acción” se da en la mente de Mersault. Acción física propiamente dicha hay un par de garches y la escena en la playa, en la que los amigos del protagonista tienen la pelea con los árabes. Y listo, eso es todo. El resto son trámites, escenas pachorras, burocráticas, a tono con la cero emoción que le pone Mersault a la vida. Charlas, paseos, un velorio, un juicio, un tipo encerrado en un calabozo que pasa días enteros mirando las paredes… Y sin embargo la historieta en ningún momento te aburre, ni siquiera si la leés sabiendo todo lo que va a pasar, como fue mi caso. Juan Carlos Kreimer logra convertir el texto de Camus en un guión ágil, filoso, que respeta esa onda fría y distante del protagonista, pero que te incluye, te atrapa, te invita a ser vos también parte de ese jurado que decidirá si Mersault es o no un psicópata hijo de puta.
La planificación de las secuencias está muy bien lograda, y no sé si es obra del guionista o del dibujante. Pero hay momentos re-Will Eisner, con hermosos planteos gráficos, como los de las páginas 25 y 63. Y a lo largo de todo el libro hay muchos y muy buenos recursos narrativos. Arón inventa, por ejemplo, una forma distinta de mostrar las escenas cuando las narran los testigos durante el juicio, otra forma de distinta de plasmar las secuencias que transcurren en la mente de Mersault, y así. Como dibujante, Arón no es un genio, pero sí muy competente. Su estructura es clásica, con un trazo académico, correcto (aunque con los personajes un poquito cabezones), seguramente heredado de su maestro, el recordado Alberto Salinas. Pero se permite pegar saltos al vacío y meter toques más salvajes, más expresionistas, o incluso más de comic underground. Y además se va al carajo con las texturas y los sombreados, que mete mediante distintas técnicas, algunas digitales y otras de cross-hatching a plumín, tinta china y pulso totalmente zarpadas. Este manejo de tramas y texturas lo obliga a balancear con mayor cuidado los valores de blanco, negro y gris en cada página y ahí Arón no falla nunca. También sale muy bien parado cuando combina sus dibujos con referencias fotográficas, a las que labura a full para integrarlas a la imagen y que no desentonen dentro de la estética que propone a lo largo de la novela gráfica.
No pondría a El Extranjero entre las obras imprescindibles de la historieta argentina actual, pero la verdad es que, como adaptación de una obra literaria dura, difícil, jugada, es un trabajo de asombrosa solidez, que no cae en ninguna de las trampas en las que podría haber caído. Y de paso, nos pone a Julián Arón (a quien vi una sóla vez en persona, pero no conocía ninguno de sus trabajos) entre los dibujantes realmente capaces, dueños de un importante arsenal de recursos para sacar adelante cualquier tipo de historia. No es poco, me parece…

viernes, 22 de julio de 2011

22/ 07: DOOM PATROL Vol.2


Hora de retomar esta interesante serie, que sigue rara, pero bastante atractiva. Lo único que se le podría criticar es que uno esperaba que el guionista Keith Giffen acelerara un poco, y que empezaran a pasar más cosas. Y pasan más cosas que en el Vol.1, pero tampoco la pavada.
El resto es muy raro, pero está muy bien. Giffen parte de una base muy piola: dos tipos (Cliff y Larry), con muchos años de aventuras a sus espaldas, que ya tomaron conciencia de que casi todo lo que les va a pasar es horrible. Aprendieron a convivir con la tragedia, con la bizarreada, con la incomprensión, con los kilombos al filo de la realidad y hasta con Niles Caulder, que además de más viejo está cada vez más intratable. Pero Cliff y Larry se la bancan, porque aprendieron a afrontar todo eso con una mezcla de humor y cinismo, y los diálogos entre ellos son lo más copado que tiene esta Doom Patrol. Ahí Giffen pone toda la carne al asador y logra resultados mínimamente por debajo de las genialidades que escribía junto a J.M. DeMatteis en la mejor época de la Justice League. Los diálogos, además de muy, muy abundantes, son filosos, llenos de one-liners brillantes, de chistes zarpados y de retruques devastadores. No sólo los de Cliff y Larry: el Jefe también tiene momentos notables, sobre todo cuando le toca rosquear con la presidenta de la isla-nación donde tiene su cuartel la Doom Patrol.
Y la estructura de las historias es rara, no en el sentido de confusa, sino porque pasan cosas extrañas y de modo medio caprichoso. Las tramas tienen giros imprevistos, se activan y descativan, disparan para donde parecía que no se podía ir, o se resuelven de forma medio rebuscada. A años luz de lo que hizo Grant Morrison, lo de Giffen es bastante vanguardista, bastante arriesgado, porque se caga una y otra vez en un montón de convenciones del género superheroico. De hecho, en este tomo reaparecen tres personajes gloriosos de la Era Morrison: Crazy Jane, Danny the Street y Mr. Nobody, en una sucesión de peripecias que involucran también a villanos clásicos y nuevos y a dos personajes a los que Giffen conoce bien: Oberon (el eterno sidekick de la Liga y los New Gods) y el limadísimo Ambush Bug. Por supuesto, acá no puede usar al Bug en todo su potencial, porque no puede meter chistes acerca de la industria del comic, los dibujantes, los guionistas y demás recursos que hicieron de ese bicho subnormal uno de los mejores inventos de los ´80, junto a la internet y el reproductor de CDs.
De todos modos, el mejor episodio del tomo es el último, que es sin dudas el más convencional, el que menos trata de separarse del clásico esquema del comic de superhéroes. Esta vez el protagonismo es para Rita Farr y acá Giffen se juega a explicar detalladamente el truculento proceso por el cual el Jefe logró volverla a la vida tras su muerte en la isla de Codsville. Y además le pega un nuevo giro a la relación entre Rita y Steve Dayton bastante perturbador.
Por el lado del dibujo, la mayoría de las páginas están a cargo de Matthew Clark, a quien de a poquito estoy empezando a tolerar, aunque se le nota demasiado la escuela noventosa de WildStorm y Top Cow. Cuando trata de parecerse a Chris Bachalo es cuando mejor le va. Y cuando no dibuja Clark, preparate, porque se vienen pesadillas lovecraftianas. Dibujantes chotos, sin onda, que imitan mal a Mike McKone, un desastre. La faz narrativa está cuidada, porque generalmente Giffen les entrega a sus dibujantes las páginas ya plantadas, con la secuencia ya establecida en las viñetas. Pero el resultado final es visualmente desparejo, porque Clark sigue lejos de ser un grosso, sus reemplazantes son impresentables y el entintador John Livesay se va al carajo con su habitual sobrecarga de detalles (en trajes, fondos, pelos, etc.) y entinta a todos los dibujantes como si fueran David Finch. Por suerte no lo son, pero bueno, ese estilo de “sobredibujo” cada día me copa menos y tengo la sensación de que los lápices de Clark, entintados de otra forma, se verían más power.
Quiero creer que el próximo tomo va a recopilar los nueve episodios que faltan para llegar al final de la serie. Y tengo mucha curiosidad por saber cómo va a resolver Giffen algunos de los conflictos principales, esas supra-tramas que avanzan por atrás (o por arriba) de las tramas centrales de cada arco. En el nuevo DCU que debuta en Septiembre no hay lugar para la Doom Patrol, así que si vuelve más adelante, lo más probable es que empiece de cero y todo esto sea barrido bajo la alfombra. Lo cual le da al autor la maravillosa posibilidad de irse bien a la mierda y cerrar la saga (y la revista) a lo grande, o (Sabina dixit) “con clase y categoría, como un Number One”.

jueves, 21 de julio de 2011

21/ 07: SEGUNDO FESTIVAL DE LA HISTORIETA


No sé si mucha gente se enteró, pero el año pasado, la Feria del Libro Infantil y Juvenil sumó a su intenso menú de actividades un Festival de Historieta. En realidad, un cúmulo de actividades relacionadas con la historieta, concentradas en dos salas y en dos de los 20 días que dura la Feria. En aquella primera edición de 2010, pasaron por el Festival nada menos que Carlos Trillo, Liniers, Gustavo Sala, el Niño Rodríguez, Leo Manco, Max Aguirre, Jorge Lucas, Pablo Túnica, Walther Taborda, Luciano Saracino, El Bruno, Pablo Sapia, J.J. Rovella, Claudio Kappel y algún otro monstruo al que ahora no recuerdo, en charlas y talleres que tuvieron muy buena respuesta por parte de los asistentes a la Feria, tanto chicos como grandes.
Y como todo salió bien, este año lo hacemos de nuevo. El 29 y 30 de este mes tendremos un nuevo Festival de la Historieta, esta vez titulado “SuperHeroico”, ya que esa va a ser la temática central de las actividades. Esta vez, en los talleres tendremos la presencia de los amigos de Banda Dibujada, Luciano Saracino, Fernando Calvi, Max Aguirre, Dante Ginevra, Walther Taborda y El Bruno. Y para las charlas, convocamos a Ariel Olivetti, Jorge Lucas, Darío Brizuela, Chanti (que viene especialmente de Mendoza) y a un muchacho al que por ahí escuchaste nombrar, que se llama Marv Wolfman.
Gracias al auspicio de la Embajada de los EEUU, el legendario guionista de Tomb of Dracula, New Teen Titans, Crisis on Infinite Earths y miles de comics y dibujos animados más, va a estar en Buenos Aires, va a ser parte fundamental de este Festival, y va a brindar dos charlas. La primera, el viernes 29, se va a centrar en su trabajo en la animación y en los videogames, y también vamos a repasar algunas películas y series de TV que se hicieron con personajes de su creación (obviamente, la más conocida es Blade, con tres pelis, una serie con actores y un animé). En la segunda charla, la del sábado 30, nos vamos a concentrar en su carrera como guionista, y de paso lo vamos a hacer hablar un poco acerca de su visión de esa industria que lo tiene entre sus protagonistas más destacados desde fines de los ´60.
Por supuesto, el sábado después de la charla, Wolfman va a firmar libros y revistas (sólo material de su autoría) a quienes se le acerquen a pedirle su autógrafo. Tratemos de no volverlo muy loco, porque esta semana está en San Diego (donde los fans no le dan tregua) y en los dos días previos al Festival va a estar participando de otras actividades con público, organizadas por la Embajada de los EEUU. Igual es un tipo tranquilo, muy accesible. Yo lo conocí hace mil años, en una convención en México, en el ´98, y obviamente, cuando lo contacté para invitarlo no se acordaba para nada de mí. Pero tiene buena onda. Es un tipo grande, de 61 años, que ya pasó por absolutamente todas. Se hizo bien de abajo, llegó bien arriba, dio varios pasos al costado (también algunos para atrás) y hoy, si bien es bastante desconocido entre los lectores más jóvenes, goza de un status de leyenda entre los fans más curtidos, por la trascendencia que tuvieron dentro y fuera del comic algunas de sus creaciones, entre ellas Blade, Raven, Cyborg, Starfire, Deathstroke, Tim Drake (el tercer Robin), Bullseye (el enemigo de Daredevil), los Omega Men, la atorrantísima Black Cat, el Monitor y el Anti-Monitor, Nova, Adrian Chase (y los Vigilantes que lo siguieron), Terrax (gran villano de Marvel), Gangbuster y un interesantísimo etcétera.
La programación detallada del Festival de la Historieta está en la página web de la Feria del Libro Infantil y Juvenil (http://www.el-libro.org.ar/infantil/), y también podés buscar el evento en Facebook. La entrada a la Feria es gratuita para menores de 18 años y si sos mayor, tenés que poner $ 20. Si venís, no dejes de visitar el stand de Comiqueando.

miércoles, 20 de julio de 2011

20/ 07: LOS CARRUAJES DE BRADHERLEY


No se puede creer. Estoy atónito, estupefacto, deslumbrado, más pelotudo que de costumbre. Esto que acabo de leer es tanto, pero tanto mejor de lo que yo imaginaba cuando me lo compré, que me cuesta hilvanar las palabras para explicarlo. Yo entré por curiosidad: me llamó la atención que Dolmen publicara un tomo unitario de Hiroaki Samura, esa bestia fuera de control que le prendía fuego al lápiz en La Espada del Inmortal, y bueno, sin tener la más puta idea del argumento y sin que nadie me lo recomendara, cuando pude me lo compré.
Y lo bien que hice. Los Carruajes de Bradherley está compuesto de ocho relatos, hilvanados por una trama en común, que es la siguiente: en el año 1899, se produce un violento motín en una cárcel de un país europeo que bien podría ser Inglaterra. Como respuesta, un poderoso miembro de la cámara de los lords, ingenia un plan que es aprobado sin mayor oposición: mediante un elaborado engaña-pichanga, se llevan chicas jovencitas de los orfanatos y las meten en los penales durante varios días, para sosegar a los presos condenados a prisión perpetua, que tienen con qué divertirse. Nadie reclama a las chicas (porque no tienen familia y las compañeras del orfanato creen que van a vivir una vida de lujos y cuidados, e incluso que van a triunfar en el mundo de la ópera), los presos no van a contar lo que pasa porque, al estar condenados a perpetua, van a morir en las penitenciarías, y los carceleros tienen prohibido abrir la boca. Por supuesto, luego de cinco o seis días de ser sometidas a todo tipo de abusos sexuales por decenas de reclusos, las chicas mueren y se las entierra en el mayor de los secretos.
La primera historia nos muestra cómo los esbirros de Bradherley (que ese es el “noble” que “adopta” a estas chicas) se llevan a una jovencita de un orfanato y se la ofrecen a los reclusos de un penal como cordero en “la fiesta de Pascua”, que es como le dicen a esta siniestra operación. Es una historia tremenda, infinitamente heavy. La segunda es peor, más cruel. Nos muestra a una chica que intenta sobrevivir cada día un día más, mientras los presos la dejan cada día más deteriorada. Posta, esto es para leer con un nudo en la garganta.
La tercera historia es la de una chica que casi cumple el sueño de debutar en una gran ópera, pero un accidente la deja fuera del elenco, y si no puede actuar… Bradherley tiene un Plan B para mantenerla ocupada. La cuarta es devastadora: un preso, a quien su familia creía muerto, se encuentra con que la jovencita a la que van a vejar todos sus compañeros en esta “la fiesta de Pascua”, no es otra que su propia hija, que fue criada en un orfanato. La quinta muestra hasta qué punto están dispuestas a llegar las huérfanas para ser adoptadas por Lord Bradherley. Por ahí es la más floja del tomo. En la sexta, un carcelero se apiada de una chica e intenta ayudarla a escapar. Esta es espectacular, con un final magnífico y perturbador. En la séptima, una chica que triunfó en la ópera comete el error de preguntarse qué pasó con las otras chicas que nunca llegaron a pisar el escenario.
Y en la última, ya con la Primera Guerra Mundial como telón de fondo, reaparece una chica de la primera historia, y en una historia de tragedia y redención, el macabro operativo sale a la luz, justo cuando un bombardeo destruye la mansión de Lord Bradherley.
Todo esto, dibujado como la hiper-concha de Dios por un Samura sencillamente genial, inspiradísimo en los detalles, con ese trazo que parece lápiz sin entintar, con un trabajo de tramas mecánicas insuperable, una narrativa ajustada y cristalina y muchísimos recursos para des-enfatizar el morbo, el gore y el indescriptible escozor que producen las secuencias en las que un turba de presidiarios le hacen un gang-bang atroz a una chiquita de 13 ó 14 años. Samura transita sin el menor esfuerzo de esos climas de abisal sordidez, a los majestuosos palacios y teatros de principios del Siglo XX, donde todo es lujo y sofisticación. Y de ahí a los orfanatos, donde todo es ingenuidad pastoril, ilusión y sueños que veremos destrozados en mil pedazos.
Esto, amigo viñetófilo, es Historieta Perfecta. Se editó en Japón en 2007 y en España en 2008, mientras acá Ivrea publicaba el enésimo manga de colegialas con polleras cortas y chabones con superpoderes. Los Carruajes de Bradherley me causó un impacto absoluto, definitivo, difícil de superar. Como dijo el Más Grande, no me unió el amor, sino el espanto. Será por eso que me gustó tanto…

martes, 19 de julio de 2011

19/ 07: REX MUNDI Vol.4


Llegó el esperado reencuentro con esta serie cuya primera mitad me cebó infinitamente el año pasado. Había colgado justo a mitad de camino, y justo cuando el cordobés Juan Ferreyra llegaba para convertirse en el dibujante titular hasta el final de la serie. Y fue un garrón mandarla al freezer, porque estaba bárbara. No quiero repetir una vez más el planteo argumental del guionista Arvid Nelson. Recomiendo hacer click en la etiqueta y releer las reseñas de los tres primeros libros.
Ahí vas a ver que para el tercer tomo, Nelson cambiaba el ritmo, aceleraba y empezaba a avanzar con mucho más power los plots fundamentales de esta saga de intriga política y religiosa. Bueno, para el cuarto tomo ya le agarró el gustito a la velocidad y el ritmo, sin ser vertiginoso, vuelve a acelerarse. Hay dos líneas que avanzan en paralelo: la de la investigación del médico Julien Sauniére (que va tras una pista que podría revelar la verdad sobre el Santo Grial y la descendencia de Jesucristo), y la del ambicioso plan del cada vez más hitleresco Duque de Lorraine, que ya se quedó con Francia y ahora se quiere comer también España.
Pero, si bien los dos avanzan bastante a fuerza de osadía y buenas runflas, los dos sufren reveses importantes: Sauniére pasa un rato largo preso en un calabozo de la Inquisición (otro de los jugadores con peso en la trama) y Lorraine ve caer su dominio sobre una parte de Francia cuando lo invade el ejército prusiano, con data habilitada por un traidor cuya identidad no puedo revelar. En este tomo también crecen notablemente los personajes femeninos: la doctora Genevieve Tournon, la anacoreta conocida como Aleron y Lady Isabelle, la intempestiva hija del Duque. Y por suerte Nelson demuestra que puede darles a las mujeres la misma profundidad que a los hombres, o incluso un poco más.
De a poquito, en este tomo crece también un elemento hasta ahora des-enfatizado, que es el de la magia, que en este universo paralelo no es un elemento fantástico, sino una disciplina que se puede aprender más allá del talento natural que uno tenga, como si fuera tocar el violín o hacer jueguito con la pelota. Pero por ahora no es para nada la fuerza definitiva a la hora de hacer avanzar los conflictos. Y está bueno que sea así. No quiero que esto se resuelva con los antagonistas lanzándose conjuros como si fueran kame-hame-has.
El tomo cierra con una historia breve, realizada por Nelson y Ferreyra para el Dark Horse Book of Monsters, ambientada en la juventud de Julien y Genevieve. El planteo está bueno, pero los “héroes” zafan con demasiada facilidad de la trampa del “villano”, con el viejo e insostenible truco de destrabar el cerrojo de unos grilletes con una hebilla para el pelo. Chamuyo barato, mal.
Y si te gusta el dibujo realista, podés descorchar un champán, porque acá está Juan Ferreyra realmente inspiradísimo. Cancherísimo en la anatomía, dúctil en las expresiones faciales, arriesgado en los enfoques, las angulaciones y las composiciones, con un trabajo de iluminación y de color muy personal y de una calidad inusual para el mainstream (o casi) norteamericano y una integración bien lograda de las referencias fotográficas que usa para los paisajes y los palacios. Ferreyra le pone onda a las secuencias más tranqui para que no resulten aburridas y hasta les pone sutileza a las escenas más atroces, para que no caer en el gore barato. Visualmente, esto es un lujo.
Y bueno, prometo avanzar pronto hacia la recta final, a ver cómo se las ingenia Arvid Nelson para que el final de Rex Mundi esté a la altura de todo lo grosso que se vio hasta ahora. En un comic donde tiene tanto peso la religión, no queda otra que tenerle fe…

lunes, 18 de julio de 2011

18/ 07: CARTAS DE UNA EPOCA REMOTA


Me vuelvo a encontrar con el genio italiano Lorenzo Mattotti para un lujoso tomo que reúne cuatro historias, dos muy cortas y dos más largas. La más breve, El Retrato del Amor (con guión de Ambrosi) tiene apenas dos páginas y es brillante. Away Far Away (cuatro páginas con guión del propio Mattotti) no existe, es apenas una excusa para que el ídolo pele cuatro ilustraciones majestuosas.
Nos quedan dos historietas, de las cuales una (Después del Diluvio, con guión de Giandelli) es otra joya de 24 páginas. Una historia realmente hermosa, muy humana, muy real a pesar de los elementos extraños. Una historia de amor, pero también de liberación personal, de barajar y dar de nuevo esos sentimientos que generan angustia y depresión, de tirar al carajo esas necesidades que nos auto-imponemos porque sí, y que a la larga son obstáculos para estar bien. Llena de diálogos afilados y de silencios profundos, capaz de crear climas cautivantes incluso en la chatura prefabricada de un aeropuerto, Después del Diluvio está pensada para que se luzca el arte de Mattotti, pero además tiene un guión exquisito.
Y cerramos con la historia de 21 páginas que da título al álbum, co-escrita por Mattotti y Ambrosi. Cartas de una Epoca Remota es lo más parecido a un comic de ciencia-ficción que vas a ver en la trayectoria de Mattotti y sólo por eso es interesante. El problema es que el guión es muy light, no hay un conflicto fuerte, ni nada que se le parezca. Simplemente una hipotética bisnieta de Mattotti (o de un dibujante de historietas del presente que dibuja muy parecido a Mattotti y firma “Lucio Mazzotti”) le escribe una carta a su bisabuelo, en la que le describe cómo es su presente, que vendría a ser nuestro futuro. Los transportes, las telecomunicaciones, las relaciones interpersonales y las historietas de fines del Siglo XXI se nos anticipan en exclusiva en estas páginas y todo es muy lindo, pero bastante desapasionado y falta un hilo conductor, una historia que articule (con perdón de la palabra) estas interesantes descripciones de la bisnieta del dibujante. O sea, la típica historieta de virtuoso pecho frío.
De todos modos, muy por encima de los aciertos o los errores de cada guión, sobrevuela (y proyecta una sombra colosal) el dibujo de Mattotti, que más que dibujo es poesía, magia, o algo para lo que todavía no se inventaron las palabras adecuadas. El italiano deja la vida en cada viñeta, en cada composición, en cada página. Todo es perfecto, desde las formas más básicas, hasta el trazo finito, hasta el color y las texturas. Las historias le dan la posibilidad de mostrar distintos recursos estéticos para los flashbacks, o para el ingreso y egreso a campos de realidad virtual, y el maestro obviamente les saca un jugo riquísimo. En la primera historia, cuando la chica que tiene una enfermedad en un ovario entra en crisis, a Mattotti se le ocurre graficar el dolor en ocho viñetas tremendas, ocho imágenes que te devastan las retinas y se te impregnan para siempre por su audacia, su originalidad y su fuerza expresiva. Genialidad pura.
La única condición que pone Mattotti para dejar estallar su incalculable talento es que no le metan más de cinco viñetas por página. De hecho, en todo el libro hay una sóla página de seis viñetas y la inmensa mayoría tiene cuatro. Ahí es donde el ídolo se siente a gusto, donde despliega con más generosidad su personalísima magia.
Cartas de una Epoca Remota no es el mejor álbum de Mattotti, ni por casualidad. Pero si te hiciste adicto al maestro (como yo), lo tenés que tener. Y si te gustan las historias intimistas, jugadas y capaces de meterle vuelo poético al típico slice of life, tenés que leer Después del Diluvio, que es perfecta. Volveremos a visitar al poeta del color.

domingo, 17 de julio de 2011

17/ 07: X-MEN: THE DARK PHOENIX SAGA


Hacia un montón que no comentaba comics de Marvel, pero mirá con qué paponga volví. Este es uno de los comics más importantes en la historia del género superheroico y (junto al Daredevil de Frank Miller) uno de los comics que forjaron el paradigma que imperó durante toda la década del ´80. No creo que haga falta -31 años después- ponerme a hablar maravillas de este trabajo hiper-consagratorio de Chris Claremont, John Byrne y Terry Austin. Ya lo hizo antes demasiada gente más grossa. Prefiero colgarme en detalles que ilustran lo distinto que era el comic maisntream de 1980 en relación con el actual.
Lo primero que llama la atención es el color. Dios mío, esta saga, con guiones y dibujos de la reputísima madre, tiene unos colores inmundos, todos mal impresos, fuera de registro, sobresalidos por afuera de los contornos del dibujo, cuadros enteros pintados todos del mismo color (la Gran Columba), una paleta tan limitada como estridente, negros plenos que no son plenos, un moré grotesco que se ve a ocho cuadras, una cosa más asquerosa que chuparle las suelas a Indiana Jones. Esto, que hoy nos parece alienígena, fue la norma hasta que apareció Image. Recién a mediados de los ´90, Marvel y DC pudieron publicar comics coloreados decentemente en sus series regulares, en sus formatos económicos. Los coloristas de Uncanny X-Men de hace 30 años (Bob Sharen y Glynis Wein) merecen ser sometidos a los más ignominiosos tormentos en las fosas más oscuras del Averno por haber estropeado de esa manera cruel y miserable los gloriosos dibujos de Byrne, entintados a la pluscuamperfección por Terry Austin.
Otro elemento que ya quedó a años luz es la cantidad de texto que aparece en cada viñeta y en cada página. Claremont jamás mezquinó palabras: sin ser Don McGregor, era un tipo que solía meter mucho diálogo y muchos globos de pensamiento. Leído en su momento, no sé si las parrafadas que Chris les hacía pensar y decir a sus personajes producían escozor. Pero para el lector acostumbrado al comic actual, esto es un delirio. Son hiper-choclos infinitos, monólogos de Enrique Pinti metidos a presión adentro de los globos. Hoy los comics tienen mucho menos texto, porque pasan menos cosas por episodio. Cosas que antes los autores te explicaban en un diálogo infinito, o en un gigantesco globo de pensamiento, hoy ocupan toda una secuencia, seguramente de varias páginas, donde todo es mucho más visual, pero donde las tramas avanzan mucho más lento. Lo que Claremont contó entre los números 129 y 137 de Uncanny, hoy alcanza para llenar no menos de 16 comic-books de 22 páginas. Sin contar crossovers ni tie-ins, por supuesto.
Y lo otro que quiero destacar: el comic de 1980 era demasiado reader-friendly. Estaba todo demasiado explicado. En cada capítulo de la saga, Claremont expone el argumento central, nos muestra, describe y nombra a cada uno de los héroes y villanos, y hasta a veces hace que los personajes expliquen sus poderes mientras los usan, como en la Legión de los ´60. Hoy, si no leiste el episodio anterior, no entendés una chota y nadie te lo explica, en parte porque el guionista presupone que buena parte del público va a leer la saga cuando salga el TPB, toda de un saque. Por eso también se miente menos con los cliffhangers impactantes al pedo, de esos que en los ´80 abundaban mal. Hoy hay cliffhangers, pero menos, y no se los resuelve en la primera página del episodio siguiente, como si nada.
Este TPB es el clásico, o sea que apesta. No tiene las portadas, y ni siquiera te aclara qué números de qué serie recopila. Zafa por el prólogo de Stan Lee y por la fastuosa portada de Bill Sienkiewicz, que se luce más en otras ediciones. Si todavía no tenés esta joya en tu colección, fijate si las ediciones más recientes fueron recoloreadas (es bastante probable), o mandate directo a los Essentials, donde la vas a disfrutar en espectacular blanco y negro, sin padecer los oprobiosos colores de la versión original. Acá te esperan la muerte de Phoenix, la primera aparición del Hellfire Club, de Kitty Pryde, de Dazzler y de Emma Frost. Vas a ver a Wolverine sacado y jodido por primera vez, un breve regreso a los X-Men de Angel y Beast, un garche muy lindo entre Jean y Scott, y el genocidio de 5.000 millones de seres vivos a manos de una superheroína totalmente pasada de rosca. Todo condimentado con una combinación perfecta entre conceptos innovadores, acción y caracterización, que muchos trataron (con distintos niveles de éxito) de imitar. Como el Ave Fénix, el comic de superhéroes (que venía de una década tirando a patética) renació de sus cenizas con esta obra maestra de Chris Claremont y John Byrne, que acá juntaron con pala la chapa que áun hoy siguen dilapidando.

sábado, 16 de julio de 2011

16/ 07: ANGELA DELLA MORTE


La puta madre que lo pario… Esta jugando Argentina y yo en un locutorio truchisimo tratando de escribir una resena, después de haber laburado mil horas. No encuentro los acentos, no encuentro la enie… Esto va a parecer un aborto talidomico, va a estar peor escrito que las traducciones de los viejos comics de Conosur.
Pero bueno, vamos a sintetizar lo mas posible: Angela Della Morte nos muestra a un Salvador Sanz inspiradísimo. Esta vez no creo una historia: creo un universo. Y en esta historia lo empezo a poblar con criaturas y conceptos muy, muy ricos, con enorme potencial para estallar a futuro. Ojo, esta novela grafica no es apenas un prologo. Va mucho mas alla de la presentacion de Angela, el Doctor Sibelius, el Gobierno Fluo y demas jugadores. Aca hay una historia compleja, muy bien desarrollada y muy bien resuelta, con giros realmente impredecibles y gancheros. Queda esa sensación de que termina cuando estaba en su mejor momento, cuando no queriamos que se terminara, ni a palos, porque parecia arrancar un nuevo status quo sumamente interesante. Pero esta bien, eso lo desarrollara Salvador en la proxima etapa de esta epopeya.
La historia combina ciencia-ficcion con metafisica: hay mechas, rayos, hiper-computadoras y demas, pero lo importante son las almas. Hay un truco maravilloso para que los personajes cambien de apariencia fisica (sin desorientar en ningun momento al lector), y muchas excusas para que cada tanto exploten escenas de accion de altisimo impacto. El personaje de Angela es sin dudas el mejor desarrollado en toda la obra de Sanz, seguramente porque la creo pensando en convertirla en protagonista de una saga de largo aliento, a diferencia de sus otras novelas graficas, donde todo se termina en la ultima pagina y nadie vuelve ni a saludar. Un detalle sobre el que Sanz no reflexiona es que Angela, ademas de brava y conflictiva, es bastante inepta. A lo largo de este tomo, fracasa en las dos misiones que le encomiendan sus superiores: la primera pifia le sale mas o menos bien, porque el accionar de otro agente le juega a favor, y la segunda pifia le sale estrepitosamente mal y desencadena ese final perturbador y siniestro, que obviamente no puedo contar.
El dibujo es maravilloso, la narrativa ajustadisima y muy cinematografica, y todo se conjuga para darle a Angela Della Morte un atractivo estetico realmente impresionante.
Podria seguir, pero estoy harto de este teclado choto, en el que se ven la mitad de las teclas (la otra mitad la tengo que adivinar, y asi cada vez que le erro a una tecla “fantasma” pierdo tiempo corrigiendo) y me quiero ir de este locutorio nefasto con olor a paty. Ni bien pueda, corrijo la resenia para ponerle las enies y los acentos, porque esto, asi como esta, me dania la vista. Mil disculpas y no dejes de leer Angela Della Morte, que te vas a encontrar con un Salvador Sanz afiladisimo, lleno de ideas y con muchas herramientas para plasmarlas de un modo cautivante e inquietante en las paginas de esta gran historieta.

viernes, 15 de julio de 2011

15/ 07: JONAH HEX: TALL TALES


Nuevo recopilatorio de este prócer de la mala leche y, felizmente, es uno de esos tomos que sólo incluye historias autoconclusivas. Ese es, sin dudas, el formato en el que mejor se desenvuelven los guionistas Justin Gray y Jimmy Palmiotti, y además está bueno porque permite la rotación de dibujantes, que es algo que siempre enriquece la lectura. Si en una saga de siete episodios me metés seis dibujantes, te voy a buscar con antorchas y esos tenedores gigantes con los que los aldeanos perseguían a Frankenstein. Ahora, si me recopilás siete episodios unitarios, sin conexión entre sí, y me ponés seis dibujantes distintos, está todo más que bien. Además, como el único que dibuja dos historias es Jordi Bernet, los otros cinco podrían ser una manga de muertos de hambre, y aún así el tomo resultaría atractivo. Pero repasemos de a uno los unitarios, a ver qué onda.
El primero es de una crueldad inusitada, y está muy bien resuelto. Acá los malos tiran a un pendejito atado como un matambre a un saloon en llamas, para que muera quemado. Y muere! Imaginate la turrada que les va a hacer Hex a esos tipos para vengar la muerte del borreguito. El dibujo es del ya veterano filipino Vicente Alcázar, lejos de su buen nivel de los ´70. Lo que mejor dibuja son las caras de las mujeres, pero se las afana a Eduaro Barreto. Así no vale.
Le sigue una historia muy breve, casi un chiste largo, en la que se luce Phil Winslade, con unos dibujos majestuosos, con un laburo de plumín casi alcateniano. Y luego, otra historia de apenas 8 páginas, ambientada en la juventud de Jonah, muy, muy grossa. Acá el dibujante es C.P. Smith, un Juan Carlos Flicker que tiene una obra muy buena con Peter Milligan, The Programme.
Y llega Bernet, nomás, para dibujar una historia muy rara, en la que Hex es más mítico que humano y que termina con las apariciones de todos los personajes de DC que alguna vez cabalgaron por el lejano Oeste. Por supuesto, nuestro mal llevado protagonista les pintará la cara a todos. La trama mejor armada por Gray y Palmiotti es la del próximo unitario, bien dibujado por Giancarlo Caracuzzo, a quien jamás había oido nombrar. Caracuzzo dibuja mejor cuanto más de cerca lo dejan enfocar la acción, y si bien todavía le falta, se nota que aprendió mucho de varios autores muy buenos.
Volvemos con el prócer catalán para la anteúltima historia del tomo, que tiene momentos gloriosos, pero que está armada básicamente para presentar a dos nuevos antagonistas que eventualmente volverán a confrontar con el cowboy más fulero del Oeste: Bob Doyle y lo más parecido a un super-villano que vimos hasta ahora en esta serie, el Gray Ghost (nada que ver con el de Batman Animated).
Y cerramos con otra historia en la que el villano queda vivo y jura vengarse de nuestro antihéroe. Es un episodio menor, con algunos diálogos copados, y con el detalle de que el dibujante es Brian Stelfreeze, un maestro del claroscuro que acá nos detona las retinas con su grafismo arriesgado, su excelente puesta en página y con esa secuencia de 10 páginas bajo una lluvia torrencial, que te pone los pelos de punta. Creo que desde la primera Sin City que no veía a un dibujante convertir a la lluvia en un elemento gráfico con tanto peso, y menos de un modo tan original como el que pela Stelfreeze.
No sé si lo dije alguna vez, pero esta serie de Jonah Hex difícilmente te cambie la vida. Aún así, se disfruta plenamente, incluso si no sos fan del western. Palmiotti y Gray manejan a la perfección a un personaje jodido, áspero, y lo meten en historias fuertes, siempre al límite de lo publicable en un comic de DC. No sólo es milagroso que un comic de cowboys acumule más de 60 números sin ser cancelado. También es milagroso que ningún imbécil de traje y corbata haya salido a censurar estas historias, donde la violencia suele ser muy gráfica y muy escabrosa, y donde los valores que habitualmente encarnan los héroes, acá no los encarna nadie. Ojalá no la estropeen con el relanzamiento y la mudanza de Hex a los pagos de la Gotham decimonónica…

jueves, 14 de julio de 2011

14/ 07: CHAGALL EN RUSSIE Vol.1


Como está muy ocupado dirigiendo películas de animación, en los últimos años el salvaje de Joann Sfar bajó un cachito su producción en materia de historietas, como para darnos una tregua a sus desbordados lectores, que cada año nos encontrábamos con una brutal seguidilla de libros nuevos con la firma del ídolo y no siempre nos daba el cuero para comprarlos todos.
Chagall en Russie es una saga de apenas dos tomos, uno (este) de 2010 y uno de 2011, que nunca vi. En Francia lo publicó la prestigiosa editorial Gallimard, la que publicó a Alejandro Dumas, a Borges, a Harry Potter y hasta Jusepe en Amerique, una epopeya de Carlos Trillo y Pablo Túnica, todavía inédita en nuestro idioma. El protagonista es un joven Marc Chagall y la historia está ambientada poco después de la Revolución Rusa. Pero el contexto histórico es apenas relevante. Chagall en Russie va más para el lado del slice of life, o en realidad, del subgénero de “jóvenes a la deriva”.
Básicamente, Chagall cae en la cuenta de que el padre de su amada nunca le concederá la mano de la chica de sus sueños mientras sea un vulgar pintor, y se plantea qué hacer al respecto. Su pasión, su razón de ser es el dibujo. Pero con eso no puede garantizarle el porvenir a su eventual familia, entonces sale a vagar por ahí, a ver qué se le ocurre. Y este tramo de la novela es eso: un joven virtuoso del dibujo, a la deriva por la Rusia rural de los primeros años de comunismo, que se encuentra con personajes excéntricos y muy atractivos, algunos medio bizarros, hasta que en un punto la sucesión de encuentros y peripecias hace que Chagall deje de pensar en su chica y se entregue a ese devenir medio aleatorio de los hechos.
Lo más atractivo está casi siempre en los diálogos entre Marc y el resto de los personajes. Pero la mejor escena es su soliloquio en el río, cuando expresa realmente su amor por el arte al que se abrazó y a través del cual haría feliz a tanta gente. Lo más aburrido son esos largos diálogos acerca de los judíos, qué es ser un buen judío, y toda esa perorata que Sfar ya nos hizo fumar varias veces. En el Gato del Rabino, por ejemplo, la cultura y la religión judía conviven con la islámica y la cristiana y de ahí salen hermosos contrapuntos. En otras obras (como la insostenible Klezmer) no, y eso las hace aburridas. Acá el contrapunto entre la ortodoxia judía y las nuevas reglas del juego impuestas por el comunismo apenas se insinúa y –sospecho- se aprovechará más en el segundo tomo. Pero yo que Sfar aflojaría un par de años con el tema del judaismo, porque corre el riesgo de hacerse denso y reiterativo al pedo.
En el rubro dibujo, lo de Sfar es sencillamente genial. El tipo encontró una forma de dibujar a los santos pedos, que le queda buenísima. Uno sospecha que ni siquiera hay un boceto a lápiz, que Sfar caza el plumín como un poseído y le entra a dar, derecho viejo, hasta que se cansa de meter detalles alucinantes en cada viñeta y pasa a la siguiente. La que lo tiene jodido es (otra vez) la colorista, Brigitte Findakly, que tiene que decodificar esos garabatos incompletos, esas texturas abigarradas, y acompañar todos los climas que intenta transmitirnos desde el dibujo este monstruo del expresionismo. Este sistema le funciona increíblemente bien a Sfar, pero algo tiene que resignar y es la puesta en página, la planificación. Como en El Principito, el autor divide las 59 páginas de la novela en una única grilla de seis viñetas iguales (la Gran Kirby) y se la banca hasta el final. Y listo, a otra cosa, un problema menos, algo menos en qué pensar. Por suerte, así como respeta a rajatabla la grilla, se zarpa groseramente a la hora de encontrar los planos y las angulaciones para lo que nos muestra en cada cuadro, o sea que en ningún momento la grilla fija se convierte en un embole, ni transmite sensación de rutina. Las cuatro páginas de la batalla entre el militar loco y el ejército comunista son una mini-epopeya alucinada, con un vértigo y un despliegue de recursos absolutamente inusual. Y como ya vimos en La Vallée des Merveilles, la parte tranqui, la del viaje y la contemplación, Sfar la sabe resolver sin sobresaltos, sin caer en pozos narrativos ni aburrir.
Esto puede terminar en cualquier cosa. Incluso con Chagall dedicado a la gastronomía en un carrito de la Costanera, sin volver a mencionar nunca a la chica con la que (en la primera mitad de este tomo) sueña con casarse. Veremos cómo la remata el ídolo en la segunda mitad.

miércoles, 13 de julio de 2011

13/ 07: EL PREVIEWS DE SEPTIEMBRE


Y sí, me voy al descenso con Quilmes, Huracán, Gimnasia y River. A vivir abajo del puente… Mirá cómo me van a esquilmar estos turros en Septiembre.
Marvel saca un nuevo recopilatorio de los Muppets de Roger Langridge a u$5.99. Ni se discute, adentro.
También recopila en TPB la segunda miniserie de STRANGE TALES, a u$19.99. Otro indiscutible, del que no me importan autores, ni cantidad de páginas, ni si viene impreso en papel higiénico o con prólogo de Muñones.
DC me quiere ver muerto. Anuncia el segundo tomo de las recopilaciones del SUICIDE SQUAD del maestro John Ostrander, que juré solemnemente bancar hasta el final. Ahí se van otros u$19.99. Y además, el tercer tomo de GOTHAM CENTRAL, que me tiene re-enganchado, aunque no dibuje todos los número Michael Lark. Otros u$19.99, pero convencido de que me esperan 224 páginas de altísimo nivel. Y casi aliviado, porque la colección termina en el Vol.4.
La pesada herencia de WildStorm: un mega-TPB de 240 páginas, con las dos últimas miniseries de ASTRO CITY, la fundamental serie de Kurt Busiek y Brent Anderson. Con esto completamos la excelente Dark Age, así que los u$19.99 duelen, pero menos.
Vertigo saca (por fin) el primer TPB de AMERICAN VAMPIRE, esa serie que todos compran por Stephen King y yo quiero por Rafael Albuquerque. Masacote de 200 páginas, y otros u$19.99 que le dolerán a mi bolsillo. Y por si faltara algo, sale el cuarto tomo de THE UNWRITTEN, la serie de Mike Carey y Peter Gross que, si venís siguiendo el blog, sabés que me tiene totalmente hipnotizado. Y ahí voy, a desembolsar otros u$14.99 para saber cómo carajo sigue la historia de Tom Taylor.
Mirá esta paponga: Boom! Studios recopila en un tomo de 192 páginas un montón de historias grossas de Hellraiser, de las que salieron originalmente en el sello Epic de Marvel, hace 20 años. Hay material de Clive Barker, Neil Gaiman, Mike Mignola, Alex Dioss, Kevin O´Neill y otros (son boludos para elegir, los muchachos). Por supuesto entro como un caballo, y le pongo los u$19.99 sin chistar y sin preguntar si está la historieta que dibujó Jorge Zaffino, que me acuerdo que era una orgía.
Y mientras lanzo la convocatoria de acreedores, me anoto con STAR GAZING DOG, un manga de Takashi Murakami (no el pintor y diseñador, un mangaka homónimo), editado por NBM, que tiene muy linda pinta y vale u$11.99.
Me quedo con varias leches, entre ellas la edición en un único tomo de tapa blanda de ALL-STAR SUPERMAN, que está a u$29.99, y la nueva novela gráfica de Seth (THE GREAT NORTHERN BROTHERHOOD OF CANADIAN CARTOONISTS), que me ceba infinitamente, pero sale en hardcover a u$24.95, y prefiero esperar a ver si más adelante Drawn & Quarterly se apiada de los crotos y la reedita en un formato más económico.
Si me ves pidiendo limosna en alguna convención, o prostituyéndome disfrazado de trava en los lagos de Palermo, ya sabés por dónde viene la mano. Esta vez no prometo reseñar todo esto en el blog, porque con el delay que tengo, lo que no llegue a principios de Septiembre corre serios riesgos de ser leído recién en 2012, y no sé si existirá el blog en 2012. En una de esas, es posta que se acaba el mundo, o simplemente yo decido no seguir adelante con este disparate diario. Veremos…

martes, 12 de julio de 2011

12/ 07: JSA Vol.6


Sigo leyendo esta serie en perfecto desorden y una vez más, me tengo que sacar el sombrero ante la labor de Geoff Johns y David Goyer, los guionistas de esta memorable etapa de la JSA. Esto es pornografía para geeks, pero de gran, gran nivel.
El tomo abre con un unitario protagonizado por Power Girl, muy divertido, con un conflicto de baja intensidad, pero muy bien llevado. Y además es el episodio mejor dibujado, ya que cuenta con la participación de Patrick Gleason, mucho mejor que Leonard Kirk, el dibujante titular de esta etapa. Si todos los fill-ins fueran como este, los fans jamás putearían por su existencia.
Después tenemos otro unitario en el que el rol más importante le toca al Captain Marvel. El guión es redondo, fuerte, profundo, pensado para recordarnos que estos íconos legendarios enfrascados en la eterna lucha entre el Bien y el Mal son, ante todo, humanos. Muy grosso.
Y el tercer episodio marca el inicio de una saga de viajes en el tiempo, centrada en tres protagonistas: el Capi Marvel, Hawkgirl y Mister Terrific. La primera parte (con los Freedom Fighters y el Terrific de los ´40) está muy buena, pero el descontrol arranca más adelante, cuando los héroes quedan varados en el antiguo Egipto, en el medio de una guerra que involucra a todos los personajes de DC con raíces egipcias: Nabu (el Amo del Orden que creó al Dr. Fate), el príncipe Khufu y Chay-ara (quienes reencarnarán varias veces hasta convertirse en Hawkman y Hawkgirl), Teth-Adam (más tarde Black Adam), y hasta el orbe de Ra, que le diera sus poderes a Metamorpho. Sumémosle un villano inmortal como el Vandal Savage y el recuerdo de un reciente viaje de Jay Garrick a Egipto y está todo dado para que se arme una saga de palo y palo en la que tengan peso –como siempre en la JSA- la tradición, el legado heroico y el desarrollo de las personalidades de todos estos muchachones (y chicas) con poderes.
En paralelo a los viajes en el tiempo, Goyer y Johns desarrollan un sub-plot muy atractivo en torno al Dr. Fate que involucra a Gemworld, Mordru, Lyta Trevor y Dawn Grainger, en una seguidilla de sacudones y sorpresas que nunca te ves venir y que seguro van a desembocar en una próxima saga grossa. También sobre el final arranca un plot que involucra a Eclipso, pero con mínimo desarrollo. Y el último episodio, el del juicio a Kobra, es uno de los más relevantes, porque funciona como disparador de varias de las sagas futuras, entre ellas la que reseñamos el 23 de Mayo del año pasado. Las 17 páginas que no involucran ni a Eclipso ni a Mordru son probablemente las mejor escritas de todo el tomo: complejas, espesas, inquietantes, atravesadas por dilemas realmente jugados que cuestionan de raíz el rol del superhéroe. Un lujo.
Y bueno, fuera de ese primer unitario muy bien dibujado por Gleason, en el resto del tomo tenemos a Leonard Kirk, un dibujante mediocrón, sin mucha onda, pero sin pifias ni errores groseros. Kirk se desloma para dibujar muchos personajes, fondos, ambientaciones muy distintas entre sí, batallas con miles de elementos en cada viñeta… y ahí se gana un poco el changüí para después dibujar esas caras repetidas, obvias, poco expresivas. No es un desastre, tampoco. Simplemente le falta onda, se conforma con ser un típico obrero del mainstream en vez de aspirar a algún sello personal, a un estilo más propio, ya sea en el dibujo o en la narrativa.
Como digo siempre, este es un gran comic de superhéroes, pero que cobra cara la entrada: para disfrutarlo a pleno tenés que tener un conocimiento enciclopédico de toda la historia del Universo DC, porque Goyer y mi doppleganger te bombardean todo el tiempo con referencias oscuras no sólo a los back issues de esta serie, sino a los más variados comics de los ´40 para acá, y hay que ser un erudito (o estar muy hecho mierda) para pescarlas todas. La JSA de Johns y Goyer va para adelante como una locomotora, pero no deja ni un segundo de mirar para atrás, de homenajear, reinterpretar o simplemente carroñar las historias pergeñadas por hordas de autores que mojaron antes que ellos en el DCU. Lo bueno es que les sale muy, pero muy bien.

lunes, 11 de julio de 2011

11/ 07: ORGULLO DE SAMURAI


Hace unos meses, cuando me interné en otra antología de relatos de samurais creada por el maestro Hiroshi Hirata, me ensarté con unos guiones densos, protocolares, con muchísima más información de la que uno necesitaba para engancharse con las historias. Un embole, bah. Pero los dibujos eran tan alucinantes, que juré volver a apostar por el sensei Hirata, y acá estamos.
Una vez más, la timba (no muy arriesgada, porque este libro se consigue por chauchas en las comiquerías porteñas) garpó con creces. Orgullo de Samurai incluye seis historietas, de las cuales la única ilegible es la sexta, que además es la mejor dibujada. Ahí, el maestro se ceba explicándonos una compleja situación política que luego desemboca en una batalla salvaje, pero lo apreta todo en 15 míseras páginas, atiborradas de masacotes de texto, a su vez repletos de información, de la indispensable y de la otra. Está buena sólo para mojarse mirando los dibujos, o para escribir una monografía sobre la batalla de Sekigahara.
Las otras cinco historias, realizadas entre 1970 y 1971, están en un nivel bastante parejo, y muy por encima de lo visto en Héroes Anónimos. Sí, hay bastante protocolo y bastante énfasis en la relación entre señores y vasallos. Pero también hay sorpresas, giros insólitos y un ritmo mucho más atractivo. La primera es una gran historia de honor, de aguante y de respeto a los grossos, a los que se lo ganaron no por ostentar el poder, sino por hacer las cosas bien. La segunda es una historia tremenda, desgarradora, totalmente extrema y pasada de rosca, acerca de un samurai cuyo orgullo le cuesta la vida a él y a todos sus hijos. Un relato que, de verdad, te deja mal, te hiere en el alma.
El tercero juega al límite de la bizarreada: todo gira en torno a la hija de un daimio (el señor feudal) que no consigue marido porque despide un olor nauseabundo, que nadie logra soportar. Genzaburo Sasahara, aún estando comprometido con otra mujer, se ve obligado a defender el honor de su feudo y para eso se tiene que casar (y acostar!) con la hedionda doncella. Hirata mantiene siempre el tono serio, dramático y heavy, en una historia cuya premisa podría haber derrapado en cualquier momento hacia la joda, o la guasada fácil. Muy, muy notable, y muy inquietante.
La cuarta historia es la más floja, y además una de las más largas (48 páginas). Se centra en un conflicto padre-hijo, que a su vez es un conflicto entre la tradición samurai que reivindica el uso de la katana, y la “modernidad” que representan las armas de fuego. Tiene algunas secuencias mudas realmente impactantes, pero la trama me interesó poco y se me hizo densa. Y la quinta historia , por el contrario, se hace corta gracias a su intensidad y su ritmo. Es la que gira en torno a un muchacho que viola a la esposa de su padre adoptivo, y desencadena así un drama familiar con implicaciones políticas. Acá hay sexo salvaje, runflas tremendas, violencia zarpada y hasta vemos cómo la cabecita de un bebé es atravesada por un flechazo.
Ninguna de estas cinco historias está dibujada al nivel de la sexta (que es 10 años posterior), pero en las cinco vemos a un Hirata absolutamente asentado en su estilo vigoroso, de gran realismo, base –como señalamos la vez pasada- de lo que después hizo Frank Miller en su Ronin (tras combinarlo con los franceses de la Metal Hurlant). Hirata combina expresividad, dinamismo, rigor documental y un inagotable arsenal de recursos narrativos. Su único problema es que los personajes masculinos se parecen mucho entre sí, y terminás por distinguirlos por los diseños de los kimonos. Y lo que pela el prócer en la sexta historieta, ya está directamente fuera de escala. Con una narrativa más yanki y un uso perfecto de los tonos de gris aplicados con aguadas, la faz visual de ese relato compensa por completo el brutal exceso de texto y la compresión en poco espacio de una historia de gran envergadura y complejidad.
Entonces, por el momento, si te querés enganchar con Hiroshi Hirata y sus samurais, arrancá por este tomo. En una de esas, después consigo otro que me ceba más. Pero hoy, te tengo que decir que Orgullo de Samurai es un excelente punto de entrada al fascinante mundo de este genio del manga, al que –si te gusta el dibujo realista- no podés dejar de hacerle un lugarcito en tu bibiloteca.

domingo, 10 de julio de 2011

10/ 07: OUR ARMY AT WAR


No sé si fue un evento de quinta semana, o qué carajo pasó, pero este año DC publicó cinco one-shots con sus clásicos títulos del género bélico y con historietas 100% nuevas. Después salió el recopilatorio y acá está.
La primera historieta establece un paralelismo entre la Segunda Guerra Mundial y la actual guerra en Medio Oriente, por supuesto desde el punto de vista de los yankis, que siempre “se ven obligados” a entrar en estos conflictos porque son víctimas de una agresión por parte de “los malos”, no porque haya otros intereses en juego, no vayas a creer. Y bueno, el jueguito de contar las dos historias intercaladas le sale bastante bien al guionista Mike Marts, aunque sean historias flojas, medio traídas de los pelos, y con una aparición del glorioso Sargento Rock y su compañía Easy, también muy forzada y sin peso decisivo en la trama. El dibujo de Víctor Ibáñez es lindo, correcto, medio Juan Carlos Flicker, pero bien.
Le siguen tres historias cortas: la primera está escrita y dibujada por el genial Darwyn Cooke, y es un cago de risa: un relato 100% en joda, dibujado en un estilo parecido al que usaba Mike Mignola para sus historietas cómicas, y protagonizado por los cadáveres de grandes figuras de la historia de la guerra. Son siete paginitas, nomás, pero se disfrutan a pleno. Después viene una historia estremecedora, de impecable factura, a cargo de Ivan Brandon (el coordinador de 24Seven, una antología de Image que reseñamos el año pasado) y de Nic Klein, un dibujante al que no conocía y me encantó. Otras siete páginas memorables de verdad. La tercera historia corta, la del mítico Jan Strnad y el ignoto Gabriel Hardman, no está al nivel de las otras dos, pero tampoco es un espanto excecrable.
Volvemos a las historias largas (bah, de 22 páginas), esta vez con The Losers, pero los clásicos, no los de Andy Diggle. La verdad que el guión es menor, poco verosímil y no muy original. Los logros del guionista B. Clay Moore se limitan a explorar la vertiente realista (o sea, grim ´n gritty) de personajes que hasta ahora siempre habían sido demasiado blandos, demasiado idílicos y absolutamente irreales. El dibujo de Chad Hardin, chato y adocenado, no aporta demasiado a la historia más floja del tomo.
Pero guarda, que se viene el Haunted Tank, junto al cual combatimos a los nazis el 16 de Marzo de este año. A años luz de las historias de Bob Kanigher, pero sin traicionar un milímetro su esencia, Matthew Sturges nos ofrece una historieta realmente excelente, en la que queda clarísimo que el Haunted Tank, como concepto, no es para nada inviable. Bien laburado, puede funcionar incluso hoy. Dibuja el británico Phil Winslade, en un estilo raro, como si quisiera combinar el suyo propio con el de Irv Novick (uno de los dibujantes clásicos del Tank). Pero es una rareza linda, atractiva, muy bien apuntalada por un notable trabajo de documentación y un coloreado magnífico y sutil a cargo de Lovern Kindzierski.
Y cerramos con Mademoiselle Marie, en una trama de intriga y traiciones bien llevada, con sorpresas, mala leche y buenos diálogos, cortesía de Billy Tucci. No es una joya, pero funciona muy bien. El dibujo se lo reparten entre Justiniano y Tom Derenick (quien va a dibujar el título bélico que DC lanza en Septiembre) y ninguno de los dos desentona para nada. Es un dibujo correcto, cumplidor, sin genialidades y sin saltos al vacío.
Mirala a DC acordándose de que tiene un montón de personajes sin superpoderes que pelearon en la Segunda Guerra Mundial… Como recreo, como oasis entre tanta capa y tanta máscara, está bueno, pero, ¿se bancará el público actual una serie mensual protagonizada por estos heroicos combatientes de tiempos tan lejanos? ¿O será hora de poner los huevos sobre la mesa y crear héroes de genero bélico para el Siglo XXI? Lo cual lleva a otra pregunta más interesante: ¿Se puede? ¿Hay algo parecido al heroismo en las guerras que vemos hoy en los noticieros? ¿O es una mentira que, desde la década del ´50 para acá, no se sostiene ni a palos? Para pensarlo, no?